lunes, 2 de febrero de 2009

Harry Potter y el libro del tiempo perdido (cap 28. Cont)

Harry decidió recopilar toda la información concerniente a los desaparecidos durante las últimas semanas. Cientos de personas sin ninguna conexión entre ellas desaparecidas en callejones, en sus casas, en mitad de la calle… no tenía ningún sentido, se dijo. Desesperado, decidió tomarse un descanso y dar una vuelta por la ciudad a ver si averiguaba algo más preguntando a los vecinos. Al salir por la puerta de la posada y echar un vistazo a la plaza algo le pareció extraño: las estatuas parecían haber cambiado de postura durante este tiempo e incluso parecían estar unos metros más cerca de la posada. El estrés me debe de estar pasando factura, sí, debe ser eso, se dijo Harry. A continuación tomó el camino del puente sin darse cuenta de que unos ojos le estaban vigilando atentamente.

El día anterior, Sally Sparrow había salido del videoclub en el que trabajaba esa mañana en Salem a coger el periódico Dejó a William, su compañero de trabajo al cargo del mismo. Finalmente se había decidido a ir esa tarde con su mejor amiga, Dorothy Manswell, hermana de William, a una antigua mansión de dos plantas que había en la finca de Hampden tours en una zona apartada del pueblo. Se decía que estaba encantada y últimamente se habían producido varias desapariciones allí. La gente decía que por las noches se oían extrañas voces procedentes del interior de los muros de la deshabitada mansión. Al llegar allí esa tarde, saltaron las verjas del exterior de la finca con mucho cuidado de no herirse y se acercaron a la puerta de la mansión. En mitad del patio de la finca a unos cuantos metros de la entrada de la mansión pudieron ver ocho estatuas que representaban a unos ángeles que estaban llorando. Las dos pasaron al lado de las mismas.

--- Es escalofriante, dijo Dorothy…. ¡ las estatuas ! … ¡ parecen tener vida propia !

Sally miró fijamente una de las estatuas. La labor artística era impecable. Los gestos parecían haber sido captados de una figura en movimiento.

--- Sí. Desde luego son un poco siniestras, dijo a su vez. Vayamos dentro.

Una vez dentro, Dorothy empezó a echar un vistazo a los dormitorios de la planta baja mientras que Sally revisaba la parte alta de la misma. En una de las habitaciones se divisaba el patio. Estaba disfrutando de la vista cuando se percató de algo muy extraño. Las estatuas parecían estar ahora mucho más cerca de la casa que cuando habían entrado. Estaba reflexionando esto cuando llamaron al timbre de la puerta. Sally bajó las escaleras y ocupó el lugar de Dorothy.

--- Déjame abrir a mi. Tú quédate arriba.

Cuando Dorothy subió arriba, entró en una de las habitaciones y estuvo buscando por las paredes indicios de algún tipo de presencia. Escuchó de repente un ruido cercano, mas miró por la ventana y en los pasillos y no vio nada, por lo que decidió seguir examinando las paredes de la habitación. Tan concentrada estaba que no escuchó a Sally llamarla para que bajase cuando de repente escuchó el ruido de algo moviendose detrás suyo, notó que la agarraban del brazo, se giró creyendo que sería Sally y lo que vio, aterrorizada fueron los ojos de la que parecía una de las estatuas del patio.

Sally abrió la puerta. Ante ella apareció un joven que aparentaba tener unos 27 u 28 años, el cual se le quedó mirando, de forma muy misteriosa. El joven portaba una carta en la mano.

--- Perdone joven, ¿ quiere algo ? preguntó Sally, bastante molesta por las miradas que le echaba el joven.

--- Perdone, pero ¿ es usted la señorita Sally Sparrow ?

--- Sí, soy yo.

--- Me gustaría ver alguna tarjeta identificativa suya, si no le importa, dijo el joven.

--- ¿ Cómo dice ? ¿ Pero qué es esto ?

--- Se me dijo que acudiera a esta dirección a esta hora precisa y le entregara a Sally Sparrow esta carta. Mi familia tiene esta carta desde hace más de 50 años. Mi abuela me hizo prometerle en su lecho de muerte que se la entregaría a usted y sólo a usted. Si puede hacerme el favor.
--- No entiendo nada, dijo Sally a la vez que buscaba en el bolso su carnet de identidad para enseñárselo al joven, el cual le dio unas fotos.

--- También me dijo que quería que le entregara estas fotos, que a usted le gustaría conservarlas.

Sally echó un rápido vistazo a las fotografías… aquello no tenía ningún sentido. ¡ Dorothy, se parece a ti ! ¡ Baja aquí ! gritó llamando a su amiga. Pero pasaron dos minutos y ella no bajaba. Las fotos mostraban a una mujer que se parecía extraordinariamente a su amiga Dorothy, sólo que aparentaba tener unos años más.

--- ¡ Dorothy !

--- Veo que no está sola en la casa.

--- Sí, vine con mi amiga Dorothy. ¿ Sois familia o algo ?

--- Perdone, no le comprendo.

--- Son las dos muy parecidas, mi Dorothy y su abuela. Que raro, no sabía que tuviera ninguna tía o más parientes aparte de su hermano…

--- No, no lo creo. Si me disculpa, le dejo la carta y me marcho, tengo trabajo que hacer.

--- Por supuesto joven. ¡ Dorothy, baja enseguida !

Sally abrió la carta y subió lentamente hacia arriba, buscando a su amiga. Cuanod llegó arriba y acabó de leer la misma, corrió nuevamente hacia abajo a buscar al joven que se la había entregado, pero había desaparecido. Asímismo, tan sólo pudo ver 4 estatuas en el patio de la casa lo cual le hizo ponerse aún más nerviosa. Rápidamente corrió a buscar a su amiga Dorothy, pero por más que buscó no pudo encontrala. En cambio, en la habitación que daba al patio pudo ver apoyada en la parte de afuera a una de las estatuas. Dorothy había estado allí, no era imaginación suya. Lentamente echó un vistazo a las paredes de la habitación.

En una de las paredes pudo ver lo que parecía un esbozo de una letra semioculto tras el papel de la pared, por lo que decidió arrancar el mismo e investigar de qué iba todo esto. Cuando hubo destapado por completo la pared pudo ver unas extrañas frases. Arriba en letras grandes había un nombre: “JOHN DIVNEY” debajo del mismo comenzaba otra frase al comienzo de la misma estaba su propio nombre y lo siguiente era una fecha y una advertencia. Con pánico, comprobó que la fecha era el día en el que se encontraba. La advertencia era muy clara: Sally Sparrow, ¡ ahora, agáchate ahora ! . Rápidamente reaccionó y se agachó. Una piedra atravesó la ventana entrando en la habitación y cayendo donde ella se encontraba hace un instante. No la alcanzó. Sin embargo, al echar un vistazo a la ventana huyó despavorida de la mansión. En la misma había 4 estatuas mirando hacia el interior de la habitación y una de ellas tenía la mano alzada señalando al interior de la misma. Cuando llegó, al cabo de una hora al videoclub, estaba cerrado, pero una pequeña luz advertía que alguien estaba en el cuarto interior de visionado, por lo que llamó al timbre y William salió a abrirle la puerta.
Harry decidió recopilar toda la información concerniente a los desaparecidos durante las últimas semanas. Cientos de personas sin ninguna conexión entre ellas desaparecidas en callejones, en sus casas, en mitad de la calle… no tenía ningún sentido, se dijo. Desesperado, decidió tomarse un descanso y dar una vuelta por la ciudad a ver si averiguaba algo más preguntando a los vecinos. Al salir por la puerta de la posada y echar un vistazo a la plaza algo le pareció extraño: las estatuas parecían haber cambiado de postura durante este tiempo e incluso parecían estar unos metros más cerca de la posada. El estrés me debe de estar pasando factura, sí, debe ser eso, se dijo Harry. A continuación tomó el camino del puente sin darse cuenta de que unos ojos le estaban vigilando atentamente.

El día anterior, Sally Sparrow había salido del videoclub en el que trabajaba esa mañana en Salem a coger el periódico Dejó a William, su compañero de trabajo al cargo del mismo. Finalmente se había decidido a ir esa tarde con su mejor amiga, Dorothy Manswell, hermana de William, a una antigua mansión de dos plantas que había en la finca de Hampden tours en una zona apartada del pueblo. Se decía que estaba encantada y últimamente se habían producido varias desapariciones allí. La gente decía que por las noches se oían extrañas voces procedentes del interior de los muros de la deshabitada mansión. Al llegar allí esa tarde, saltaron las verjas del exterior de la finca con mucho cuidado de no herirse y se acercaron a la puerta de la mansión. En mitad del patio de la finca a unos cuantos metros de la entrada de la mansión pudieron ver ocho estatuas que representaban a unos ángeles que estaban llorando. Las dos pasaron al lado de las mismas.

--- Es escalofriante, dijo Dorothy…. ¡ las estatuas ! … ¡ parecen tener vida propia !
Sally miró fijamente una de las estatuas. La labor artística era impecable. Los gestos parecían haber sido captados de una figura en movimiento.

--- Sí. Desde luego son un poco siniestras, dijo a su vez. Vayamos dentro.
Una vez dentro, Dorothy empezó a echar un vistazo a los dormitorios de la planta baja mientras que Sally revisaba la parte alta de la misma. En una de las habitaciones se divisaba el patio. Estaba disfrutando de la vista cuando se percató de algo muy extraño. Las estatuas parecían estar ahora mucho más cerca de la casa que cuando habían entrado. Estaba reflexionando esto cuando llamaron al timbre de la puerta. Sally bajó las escaleras y ocupó el lugar de Dorothy.

--- Déjame abrir a mi. Tú quédate arriba.

Cuando Dorothy subió arriba, entró en una de las habitaciones y estuvo buscando por las paredes indicios de algún tipo de presencia. Escuchó de repente un ruido cercano, mas miró por la ventana y en los pasillos y no vio nada, por lo que decidió seguir examinando las paredes de la habitación. Tan concentrada estaba que no escuchó a Sally llamarla para que bajase cuando de repente escuchó el ruido de algo moviendose detrás suyo, notó que la agarraban del brazo, se giró creyendo que sería Sally y lo que vio, aterrorizada fueron los ojos de la que parecía una de las estatuas del patio.

Sally abrió la puerta. Ante ella apareció un joven que aparentaba tener unos 27 u 28 años, el cual se le quedó mirando, de forma muy misteriosa. El joven portaba una carta en la mano.
--- Perdone joven, ¿ quiere algo ? preguntó Sally, bastante molesta por las miradas que le echaba el joven.

--- Perdone, pero ¿ es usted la señorita Sally Sparrow ?

--- Sí, soy yo.

--- Me gustaría ver alguna tarjeta identificativa suya, si no le importa, dijo el joven.

--- ¿ Cómo dice ? ¿ Pero qué es esto ?

--- Se me dijo que acudiera a esta dirección a esta hora precisa y le entregara a Sally Sparrow esta carta. Mi familia tiene esta carta desde hace más de 50 años. Mi abuela me hizo prometerle en su lecho de muerte que se la entregaría a usted y sólo a usted. Si puede hacerme el favor.

--- No entiendo nada, dijo Sally a la vez que buscaba en el bolso su carnet de identidad para enseñárselo al joven, el cual le dio unas fotos.

--- También me dijo que quería que le entregara estas fotos, que a usted le gustaría conservarlas.

Sally echó un rápido vistazo a las fotografías… aquello no tenía ningún sentido. ¡ Dorothy, se parece a ti ! ¡ Baja aquí ! gritó llamando a su amiga. Pero pasaron dos minutos y ella no bajaba. Las fotos mostraban a una mujer que se parecía extraordinariamente a su amiga Dorothy, sólo que aparentaba tener unos años más.

--- ¡ Dorothy !

--- Veo que no está sola en la casa.

--- Sí, vine con mi amiga Dorothy. ¿ Sois familia o algo ?

--- Perdone, no le comprendo.

--- Son las dos muy parecidas, mi Dorothy y su abuela. Que raro, no sabía que tuviera ninguna tía o más parientes aparte de su hermano…

--- No, no lo creo. Si me disculpa, le dejo la carta y me marcho, tengo trabajo que hacer.

--- Por supuesto joven. ¡ Dorthy, baja enseguida !

Sally abrió la carta y subió lentamente hacia arriba, buscando a su amiga. Cuanod llegó arriba y acabó de leer la misma, corrió nuevamente hacia abajo a buscar al joven que se la había entregado, pero había desaparecido. Asímismo, tan sólo pudo ver 4 estatuas en el patio de la casa lo cual le hizo ponerse aún más nerviosa. Rápidamente corrió a buscar a su amiga Dorothy, pero por más que buscó no pudo encontrala. En cambio, en la habitación que daba al patio pudo ver apoyada en la parte de afuera a una de las estatuas. Dorothy había estado allí, no era imaginación suya. Lentamente echó un vistazo a las paredes de la habitación.

En una de las paredes pudo ver lo que parecía un esbozo de una letra semioculto tras el papel de la pared, por lo que decidió arrancar el mismo e investigar de qué iba todo esto. Cuando hubo destapado por completo la pared pudo ver unas extrañas frases. Arriba en letras grandes había un nombre: “JOHN DIVNEY” debajo del mismo comenzaba otra frase al comienzo de la misma estaba su propio nombre y lo siguiente era una fecha y una advertencia. Con pánico, comprobó que la fecha era el día en el que se encontraba. La advertencia era muy clara: Sally Sparrow, ¡ ahora, agáchate ahora ! . Rápidamente reaccionó y se agachó. Una piedra atravesó la ventana entrando en la habitación y cayendo donde ella se encontraba hace un instante. No la alcanzó. Sin embargo, al echar un vistazo a la ventana huyó despavorida de la mansión. En la misma había 4 estatuas mirando hacia el interior de la habitación y una de ellas tenía la mano alzada señalando al interior de la misma. Cuando llegó, al cabo de una hora al videoclub, estaba cerrado, pero una pequeña luz advertía que alguien estaba en el cuarto interior de visionado, por lo que llamó al timbre y William salió a abrirle la puerta.
Harry decidió recopilar toda la información concerniente a los desaparecidos durante las últimas semanas. Cientos de personas sin ninguna conexión entre ellas desaparecidas en callejones, en sus casas, en mitad de la calle… no tenía ningún sentido, se dijo. Desesperado, decidió tomarse un descanso y dar una vuelta por la ciudad a ver si averiguaba algo más preguntando a los vecinos. Al salir por la puerta de la posada y echar un vistazo a la plaza algo le pareció extraño: las estatuas parecían haber cambiado de postura durante este tiempo e incluso parecían estar unos metros más cerca de la posada. El estrés me debe de estar pasando factura, sí, debe ser eso, se dijo Harry. A continuación tomó el camino del puente sin darse cuenta de que unos ojos le estaban vigilando atentamente.

El día anterior, Sally Sparrow había salido del videoclub en el que trabajaba esa mañana en Salem a coger el periódico Dejó a William, su compañero de trabajo al cargo del mismo. Finalmente se había decidido a ir esa tarde con su mejor amiga, Dorothy Manswell, hermana de William, a una antigua mansión de dos plantas que había en la finca de Hampden tours en una zona apartada del pueblo. Se decía que estaba encantada y últimamente se habían producido varias desapariciones allí. La gente decía que por las noches se oían extrañas voces procedentes del interior de los muros de la deshabitada mansión. Al llegar allí esa tarde, saltaron las verjas del exterior de la finca con mucho cuidado de no herirse y se acercaron a la puerta de la mansión. En mitad del patio de la finca a unos cuantos metros de la entrada de la mansión pudieron ver ocho estatuas que representaban a unos ángeles que estaban llorando. Las dos pasaron al lado de las mismas.

--- Es escalofriante, dijo Dorothy…. ¡ las estatuas ! … ¡ parecen tener vida propia !
Sally miró fijamente una de las estatuas. La labor artística era impecable. Los gestos parecían haber sido captados de una figura en movimiento.

--- Sí. Desde luego son un poco siniestras, dijo a su vez. Vayamos dentro.
Una vez dentro, Dorothy empezó a echar un vistazo a los dormitorios de la planta baja mientras que Sally revisaba la parte alta de la misma. En una de las habitaciones se divisaba el patio. Estaba disfrutando de la vista cuando se percató de algo muy extraño. Las estatuas parecían estar ahora mucho más cerca de la casa que cuando habían entrado. Estaba reflexionando esto cuando llamaron al timbre de la puerta. Sally bajó las escaleras y ocupó el lugar de Dorothy.

--- Déjame abrir a mi. Tú quédate arriba.

Cuando Dorothy subió arriba, entró en una de las habitaciones y estuvo buscando por las paredes indicios de algún tipo de presencia. Escuchó de repente un ruido cercano, mas miró por la ventana y en los pasillos y no vio nada, por lo que decidió seguir examinando las paredes de la habitación. Tan concentrada estaba que no escuchó a Sally llamarla para que bajase cuando de repente escuchó el ruido de algo moviendose detrás suyo, notó que la agarraban del brazo, se giró creyendo que sería Sally y lo que vio, aterrorizada fueron los ojos de la que parecía una de las estatuas del patio.

Sally abrió la puerta. Ante ella apareció un joven que aparentaba tener unos 27 u 28 años, el cual se le quedó mirando, de forma muy misteriosa. El joven portaba una carta en la mano.
--- Perdone joven, ¿ quiere algo ? preguntó Sally, bastante molesta por las miradas que le echaba el joven.

--- Perdone, pero ¿ es usted la señorita Sally Sparrow ?

--- Sí, soy yo.

--- Me gustaría ver alguna tarjeta identificativa suya, si no le importa, dijo el joven.

--- ¿ Cómo dice ? ¿ Pero qué es esto ?

--- Se me dijo que acudiera a esta dirección a esta hora precisa y le entregara a Sally Sparrow esta carta. Mi familia tiene esta carta desde hace más de 50 años. Mi abuela me hizo prometerle en su lecho de muerte que se la entregaría a usted y sólo a usted. Si puede hacerme el favor.

--- No entiendo nada, dijo Sally a la vez que buscaba en el bolso su carnet de identidad para enseñárselo al joven, el cual le dio unas fotos.

--- También me dijo que quería que le entregara estas fotos, que a usted le gustaría conservarlas.

Sally echó un rápido vistazo a las fotografías… aquello no tenía ningún sentido. ¡ Dorothy, se parece a ti ! ¡ Baja aquí ! gritó llamando a su amiga. Pero pasaron dos minutos y ella no bajaba. Las fotos mostraban a una mujer que se parecía extraordinariamente a su amiga Dorothy, sólo que aparentaba tener unos años más.

--- ¡ Dorothy !

--- Veo que no está sola en la casa.

--- Sí, vine con mi amiga Dorothy. ¿ Sois familia o algo ?

--- Perdone, no le comprendo.

--- Son las dos muy parecidas, mi Dorothy y su abuela. Que raro, no sabía que tuviera ninguna tía o más parientes aparte de su hermano…

--- No, no lo creo. Si me disculpa, le dejo la carta y me marcho, tengo trabajo que hacer.

--- Por supuesto joven. ¡ Dorthy, baja enseguida !

Sally abrió la carta y subió lentamente hacia arriba, buscando a su amiga. Cuanod llegó arriba y acabó de leer la misma, corrió nuevamente hacia abajo a buscar al joven que se la había entregado, pero había desaparecido. Asímismo, tan sólo pudo ver 4 estatuas en el patio de la casa lo cual le hizo ponerse aún más nerviosa. Rápidamente corrió a buscar a su amiga Dorothy, pero por más que buscó no pudo encontrala. En cambio, en la habitación que daba al patio pudo ver apoyada en la parte de afuera a una de las estatuas. Dorothy había estado allí, no era imaginación suya. Lentamente echó un vistazo a las paredes de la habitación.

En una de las paredes pudo ver lo que parecía un esbozo de una letra semioculto tras el papel de la pared, por lo que decidió arrancar el mismo e investigar de qué iba todo esto. Cuando hubo destapado por completo la pared pudo ver unas extrañas frases. Arriba en letras grandes había un nombre: “JOHN DIVNEY” debajo del mismo comenzaba otra frase al comienzo de la misma estaba su propio nombre y lo siguiente era una fecha y una advertencia. Con pánico, comprobó que la fecha era el día en el que se encontraba. La advertencia era muy clara: Sally Sparrow, ¡ ahora, agáchate ahora ! . Rápidamente reaccionó y se agachó. Una piedra atravesó la ventana entrando en la habitación y cayendo donde ella se encontraba hace un instante. No la alcanzó. Sin embargo, al echar un vistazo a la ventana huyó despavorida de la mansión. En la misma había 4 estatuas mirando hacia el interior de la habitación y una de ellas tenía la mano alzada señalando al interior de la misma. Cuando llegó, al cabo de una hora al videoclub, estaba cerrado, pero una pequeña luz advertía que alguien estaba en el cuarto interior de visionado, por lo que llamó al timbre y William salió a abrirle la puerta.
 
http://www.meebo.com/rooms