lunes, 12 de agosto de 2013

Harry Potter y el libro del tiempo perdido cap. 28 continuación

Un trueno recorrió la Universidad Invisible de Magia. La lluvia repiqueteaba contra sus tejados y goteaba desde sus gárgolas, aunque las más avispadas habían buscado refugio entre el laberinto de tejas. Mucho más abajo, en la Sala Principal, los ocho magos más poderosos del Mundodisco se habían agrupado en los ángulos del octograma ceremonial. En honor a la verdad hay que decir que quizá no fueran los más poderosos, pero desde luego tenían grandes habilidades de supervivencia. Y eso, en el Competitivo mundo de la magia del Mundodisco, venía a ser lo mismo. Detrás de cada mago de octavo nivel había media docena de magos del séptimo intentando ponerle la zancadilla, y los hechiceros mayores tenían que desarrollar una actitud inquisitiva para con posibles escorpiones en la cama, por ejemplo. Todo esto se resumía en un antiguo proverbio: cuando un mago se ha cansado de buscar fragmentos de cristal en su plato, es que se ha cansado de vivir.
El mago más viejo, Grishald Spold, de los Antiguos y Originales Sabios del Círculo Integro, se inclinó cansinamente sobre su cayado y así habló:

— Empieza ya, Ceravieja, los pies me están matando.

Galder; que había hecho una pausa meramente efectista, le miró.

— Muy bien, seré breve...
— Habrá que verlo.
— Todos hemos buscado guía con respecto a las circunstancias que nos atañen. ¿Puede alguno de vosotros decir que la ha recibido?
Los magos se miraron por el rabillo del ojo. Aparte de en una fraternal reunión de sindicalistas, no hay un ambiente más cargado de desconfianza y sospechas que el de una conferencia de hechiceros de alto nivel. Pero el hecho simple y sencillo era que el día había ido de pena. Demonios por lo general informadores, invocados repentinamente de lo más profundo del Inframundo, habían dado largas durante los interrogatorios. Los espejos mágicos se habían hecho añicos. Las cartas del tarot se habían quedado en blanco misteriosamente. Las bolas de cristal se habían llenado de nubes. Hasta los posos de té, despreciados generalmente por los magos, considerados algo frívolo e indigno de atención, se habían acumulado en el fondo de las tazas, negándose a moverse.
En resumen, los magos allí reunidos estaban despistadísimos. Se oyó un murmullo generalizado de asentimiento.
— Por tanto, propongo que celebremos el Rito de CuesthiEnte, dijo Galder con voz teatral.
Tuvo que admitir que había esperado una respuesta más apropiada, algo así como «¡No, el Rito de CuesthiEnte, no! ¡El hombre no debe jugar con esas cosas!»
Lo que se oyó fueron susurros de aprobación.
— Buena idea.
— Parece razonable.
— Manos a la obra.
Un poco decepcionado, llamó a una procesión de magos menores, que llevaron a la sala diversos artilugios mágicos. Ya se ha mencionado que por esta época había algunos desacuerdos en la fraternidad de magos sobre cómo practicar la magia.
Sobre todo los magos jóvenes opinaban que ya era hora de que la magia empezara a poner al día su imagen. Que debían dejarse de tantos trozos de cera y hueso, y organizar todo con más propiedad, con programas de investigación y convenciones de tres días en buenos hoteles donde se podrían dar conferencias con títulos como «Nuevas aplicaciones de la geomancia» o «El papel de las botas de siete leguas en una sociedad concienciada».
Trymon, por poner un ejemplo, apenas ejercía ya la magia, pero dirigía la Orden con la precisión de un reloj de arena, escribía muchos comunicados internos y tenía en la pared de su despacho un gran diagrama lleno de chinchetas de colores, banderitas y rayas que nadie entendía, pero que resultaban muy impresionantes.
En cambio, la otra clase de magos pensaban que todo aquello no eran más que florituras, y ni siquiera miraban una imagen a menos que estuviera hecha de cera y tuviera alfileres clavados.
Los dirigentes de las ocho órdenes eran todos de este tipo, magos tradicionalistas, y los utensilios que fueron distribuidos en torno al octograma tenían un aspecto decididamente esotérico. Cuernos de carnero, varitas de todo tipo, cráneos, barrocos objetos metálicos y pesadas velas aparecieron por todas partes, pese a que los magos jóvenes habían descubierto que el Rito de CuesthiEnte se podía llevar a cabo perfectamente con tres trocitos de madera y cuatro centímetros cúbicos de sangre de ratón.
Normalmente los preparativos habrían durado varias horas, pero los poderes combinados de los magos superiores los abreviaron de manera considerable y, tras sólo cuarenta minutos, Galder entonó las últimas palabras del hechizo. Quedaron suspendidas ante él un instante antes de disolverse.

En el centro del octograma, el aire se estremeció y se espesó, y de pronto contuvo una figura alta y sombría. Estaba cubierta en su mayor parte por una túnica negra y una capucha, y probablemente era de agradecer. Sostenía una larga guadaña en una mano, y no había manera de pasar por alto el hecho de que, donde debía haber dedos, sólo se veían huesos.
La otra mano esquelética sostenía unos daditos de queso y un trozo de piña pinchado en un palillo.

— ¿Y bien? -inquirió la Muerte con una voz que tenía la calidez y el colorido de un iceberg.
Advirtió las miradas de los magos y bajó la vista hacia el palillo.
— Estaba en una fiesta, añadió con un matiz de reproche.
— Oh, Criatura de la Tierra y la Oscuridad, os exhortamos a abjurar de... empezó Galder con voz firme, imperiosa.

La Muerte asintió.

— Sí, sí, ya me sé todo eso, dijo-. ¿Por qué me habéis llamado?

— Se dice que puedes ver tanto el pasado como el futuro, replicó Galder un poco molesto, porque el gran discurso de conjuro y dominación le gustaba mucho y la gente decía que se le daba muy bien.

— Muy cierto.

— Entonces quizá puedas decirnos qué está pasando exactamente y quiénes son los respnsables de los robos, dijo Galder.

Recuperó el control y añadió en voz más alta: Os lo ordeno por Azimrothe, por T'chikel, por...
— Vale, vale, ya has dejado bien claro lo que quieres, respondió la Muerte. ¿Qué queréis saber con exactitud? Esta mañana pasaron muchas cosas. Nacieron personas, murieron personas, todos los árboles crecieron un poco, las olas dibujaron interesantes pautas en el mar... la verdad es que he estado muy ocupado.

— Me refiero al asunto de los robos, dijo Galder con frialdad.

— ¿Ah, eso? Oh, no es más que una burda maniobra comercial Ferengi. Tengo entendido que el conjunto de reglas de adquisición es a veces un poco permisivo en cuanto al mercado negro. Al parecer; se da el caso de una compra-venta de material robado, algo bastante común en la sociedad Ferengi.

— Un momento, un momento, interrumpió Galder. Se rascó la barbilla-. ¿Estamos hablando de que se ha corrompido la sociedad mercantil Ferengi ? ¿Es eso ?

— Exacto, este sistema mercantil es corrosivo, pero funciona a la perfección, y lo mejor de todo es que normalemnet todo el mundo gana algo acambio de otra cosa, por lo que nadie suele protestar, ese mismo sistema mercantil.

Galder frunció el ceño. Alguien dentro de la sociedad Ferengi se estaba tomando demasiadas molestias para que esto hubiese salido a la luz precisamente ahora. Todo el mundo sabía que los ferengi no suelen ser muy dados a exponer sus trapos sucios a la luz.
— ¿Sabes por qué? -dijo sin pensar. Entonces se acordó y añadió rápidamente-: Por Yrriph y Kcharla, os exhortamos a...
— Podrías cortar el rollo, ¿no? -dijo la Muerte-. Yo sólo sé que todo forma parte de una conspiración orquestada por un miembro Ferengi muy importante para asaltar el Ministerio de Magia, pero no sé quién exactamente.
— ¡Eh, ahí delante, hablad más alto! pidió Grishald Spold.
— ¡Cállate! ordenó el Archicanciller Mustrum Ridcully.
— ¿Yo? Dijo Galder
— No, él. Viejo sordo...
— ¡Te he oído! -se enfureció Spold-. Vosotros, los jóvenes...
Se detuvo, porque la Muerte le miraba con aire muy pensativo, como tratando de memorizar su rostro.
— Oye dijo Galder, ¿te importa repetir eso último? ¿El Ministerio será qué?
— Asaltado, repitió la Muerte. ¿Puedo irme ya? Me he dejado la copa.
— ¡Espera! -se apresuró Galder. Por Cheliliki y Orizone y todo eso, ¿qué quiere decir «asaltado»?
— Es una antigua profecía escrita en los muros interiores de la gran pirámide de Camis-Het. Y me parece que lo de que «asaltarán el Ministerio» está bastante claro. Aunque una cosa es clara, un salvador de otro Mundo ha sido enviado. Se dirige en este momento hacia aquí para entrevistarse con el Archicanciller. Su nombre es..
-- John Divney, dijo el archicanciller Ridcully interrumpiendo. Tengo preparada una entrevista con él dentro de una hora. Así que ese joven es el que nos librará de esto….
— ¿Eso es todo lo que puedes decirnos?
— Sí.
— ¡Pero si sólo quedan dos semanas para la Noche de la Vigilia de los Puercos!
— Sí
La Muerte se encogió de hombros. Era un gesto para el que estaba particularmente bien dotada.
— Oh.
— ¿Puedo irme ya?
Galder asintió con gesto distraído. Había estado pensando en el ritual de despedida, que empezaba «Partid, sombra malvada», y contaba con algunos párrafos bastante impresionantes que tenía bien ensayados. Pero, por alguna razón, no conseguía reunir suficiente entusiasmo.
— Oh, sí -dijo-. Sí, gracias. Luego, como no es conveniente tener enemigos ni entre las criaturas de la noche, añadió con educación-: Espero que sea una fiesta divertida.
La Muerte no respondió. Estaba mirando a Spold igual que un perro mira un hueso, aunque en este caso las cosas eran más bien al revés.
— He dicho que espero que sea una fiesta divertida, repitió Galder un poco más alto.
— Por el momento, sí, dijo la Muerte llanamente. Aunque supongo que a medianoche la cosa decaerá.
— ¿Por qué?
— Es cuando creen que me quitaré la máscara.
Desapareció, dejando atrás sólo un palillo de cóctel y un trozo de serpentina.
Toda esta escena había tenido un espectador oculto. Iba contra las normas, por supuesto, pero Trymon lo sabía todo sobre las normas y siempre había considerado que estaban para dictarlas, no para cumplirlas.
Mucho antes de que los ocho magos se pusieran a discutir en serio sobre lo que había querido decir la aparición, él estaba en los pisos principales de la biblioteca de la universidad. Era un lugar asombroso. Muchos de los libros eran mágicos, y lo que nunca se debe olvidar sobre los grimorium es que son mortíferos en manos de un bibliotecario ordenado, porque se sentirá impelido a colocarlos todos en el mismo estante. No es buena idea, tratándose de unos libros con tendencia a tener escapes de magia, porque si hay dos juntos forman una Masa Negra crítica. Además, muchos hechizos menores son bastante picajosos en lo que a la compañía se refiere, y suelen expresar sus objeciones lanzando los libros donde se encuentran de un lado a otro de la habitación.
Y, por supuesto, también está la presencia apenas intuida de las Cosas de las Dimensiones Mazmorra, siempre buscando cualquier escape de magia, siempre sondeando los muros de la realidad. El trabajo de bibliotecario mágico, quien tiene que pasarse los días en esta clase de ambiente sobrecargado, es un empleo de alto riesgo. El bibliotecario jefe, que estaba sentado sobre su escritorio pelando una naranja con tranquilidad, era muy consciente de eso.
Alzó la vista cuando entró Trymon.

— Busco cualquier cosa que tengamos sobre la Pirámide de Camis-Het, dijo Trymon.
Iba preparado: se sacó un plátano del bolsillo.

El bibliotecario lo miró con tristeza y saltó al suelo. Trymon encontró una mano suave en la suya, y el hombre le guió entre las estanterías. Era como sostener un guantecito de piel. A su alrededor; los libros se estremecían y chisporroteaban con ocasionales descargas de rayos mágicos dirigidas contra los parahechizos cuidadosamente clavados a las estanterías. Había un olor tenue, azulado, y en el mismísimo umbral auditivo se sentía el horrible chisporroteo de las criaturas de las mazmorras. Al igual que otras muchas partes de la Universidad Invisible, la biblioteca ocupaba mucho más espacio del que daban a entender sus dimensiones exteriores, porque la magia distorsiona el espacio de una manera muy extraña. Debía de ser la única biblioteca del universo con estantes Moebius. Pero el catálogo mental del bibliotecario funcionaba de maravilla. Se detuvo junto a una imponente torre de libros polvorientos y saltó. Se oyó el ruido de papeles que crujían y una nube de polvo descendió hacia Trymon. El bibliotecario volvió con un delgado volumen en las manos.

— Oook, dijo.

Trymon lo cogió rápidamente.

La cubierta estaba manoseada y con las puntas dobladas, el oro de las inscripciones había desaparecido hacía tiempo, pero consiguió leer; en la lengua mágica del Valle Camis-Het, las palabras: Hystorya dely Gran Templyo de Camys-Heyt. Leyyenda y Realidad.

— ¿Oook? inquirió el bibliotecario con ansiedad.

Trymon pasó las páginas cuidadosamente. No se le daban muy bien los idiomas, siempre los había considerado cosas muy poco eficaces que deberían ser reemplazadas por algún tipo de código numérico fácilmente comprensible, pero aquello parecía ser exactamente lo que estaba buscando. Tenía páginas enteras llenas de jeroglíficos preñados de significado.
— ¿Es el único libro que tienes sobre la pirámide de Camis-Het? preguntó con lentitud.

— Oook.

— ¿Estás seguro?

— Oook.

Trymon prestó atención. A lo lejos se oía el ruido de pisadas aproximándose y voces discutiendo. Pero también estaba preparado para eso.
Se metió la mano en el bolsillo.

— ¿Quieres otro plátano? preguntó.

El Archicanciller se dirigió a su despacho. Rincewind le anunció que John Divney, el joven mago que venía a salvarlos le estaba esperando allí.
Finalmente Harry llegó a su destino. Pronto sabría qué tendría que hacer exactamente para resolver su misión actual. Al preguntar por el Archicanciller le dijeron que lo esperase en su despacho, en donde se encontraba también su contacto, Grendel MDLVIII, el actual Jefe del Gremio de artesanos de la ciudad. Una vez que entró Grendel MDLVIII se encontraba ya dentro.
-- El señor Divney supongo
-- El mismo, señor Grendel
-- Como supondrá, llevamos un tiempo esperándole
-- ¿ Ah, sí ? dijo Harry sorprendido, pues no sabía siquiera que hubiese constancia de su presencia allí
-- Por supuesto, su llegada fue anunciada
-- ¿ Por quién ?
-- ¡ Fiiuu !... suspiró Grendel. La muerte es muy sabia y poderosa, ¿ no cree ?
Harry no entendía nada.
-- Supongo.
-- El asunto John, es el contrabando actual y la falsificación de obras de arte en nuestra sociedad actual. Todo parece fruto de la próspera sociedad Ferengi.
Todo lo que había leido Harry sobre la sociedad Ferengi se encontraba en la pequeña guía que Harry había comprado a la entrada de la ciudad, y nada le había parecido excesivamente malo. tratándose de una sociedad de comercio.
-- Las leyes se ponen por un motivo, dijo Harry. Habría que verificar que ytodos las cumplen correctamente.
-- Muy cierto, señor Divney, pero como bien sabrá, quien pone la ley pone la trampa. Esta gente... estos.. Ferengis, sólo viven por y para el comercio y su único dogma es la obtención de beneficios. Las ganancias es lo único que los motiva. Y ya sabe qué pasa cuando uno tiene ganancias en algo....
-- Pronto empieza a desear tener más y más y cada vez más. Al final, se convierte en una obsesión.
-- Exactamente. Y eso es lo que creo que ha pasado aquí. Ahora bien, si bien los Ferengi son muy ambiciosos y codiciosos, son muy respetuosos con sus leyes y hay muy pocos Ferengis que osarían atreverse a poner en riesgo su sistema mercantil desafiando de esta forma a su líder, El gran Nagus.
En ese momento, el Archicanciller Ridcully hizo acto de presencia.
-- Bueno, señor Divney, señor Grendel, veo que ya se han conocido. Yo soy el Archicanciller Ridcully, como habrá supuesto, señor Divney.
-- Encantado de conocerle, dijo Harry estrechando la mago del archicanciller.
-- Supongo que Grendel le habrá puesto al tanto de la situación. Tiene que encontrar a los responsables de estos robos y falsificaciones y ¡ traerlos ante la Justicia !.
-- ¿ Por dónde debería empezar a buscar ?
-- Bueno, como ya hemos comentado antes, a veces el que más roba no es necesariamente el más necesitado, señor Divney, dijo Grendel.
-- Hay cierto barrio Ferengi, llamado Deep Space, muy conocido por sus actividades supuestamente ilegales, en el que hay una taberna, llamada Terak Nor, la cual está regentada por un individuo de lo más rastrero. Es un Ferengi de nombre Quark. Creo que deberías interrogarle a él primero. Quizás te de una pista que te ayude. Dicen que Quark haría cualquier cosa con tal de proteger su negocio.
-- Bien, supongo que es un ugar igual de bueno que cualquier otro para empezar.
-- Eso sí, John, tenga cuidado. No puede uno fiarse en exceso de estos Ferengi.
-- Siempre lo tengo, dijo Harry al abandonar el despacho.
-- Parece buen chico, dijo el Archicanciller una vez Harry se hubo marchado.
-- Es nuestra última y única esperanza, dijo Grendel. Espero que él tenga éxito donde los demás han fallado.
Media hora más tarde, Harry llegó a las inmediaciones del barrio Ferengi Deep Space. Una vez allí preguntó por la taberna Terok Nor y le señalaron una gran taberna situada unos dos bloques a la derecha de donde se encontraba. Cuando se acercó a la taberna, el edificio le pareció algo extraño. Parecía estar pintada como un anuncio sobre un tablero de cartón, y muy mal pintada, por cierto. Parecía completamente falsa, además de poco convincente. Daba la impresión de no tener profundidad ni anchura, y de que su efecto no podía engañar ni siquiera a un niño. Lo que a Harry le desconcertó fue el saber a ciencia cierta que esa era la posada que estaba buscando, y que había gente en ella. Nunca antes había visto Harry algo tan antinatural y espeluznante; había algo ante lo que su mirada vacilaba sin comprender, como si al menos una d elas dimensiones normativas fallara, dejando sin sentido las otras dimensiones. El aspecto de aquella taberna era la mayor sorpresa con la que tropezaba en la vida y eso que Harry había vivido muchas cosas, y sintió miedo de ella.
Harry siguió caminando, preo más despacio. A medida que se acercaba, el aspecto de la taberna parecía cambiar. En primer lugar, tenía una forma anormal, de perfil incierto, como el de un objeto visto bajo aguas revueltas. Luego su forma se hizo más clara y Harry vio que sí que parecía finalmente tener algo de volumen, un pequeño espacio para habitaciones detyrás de la fachada. Harry dedujo esto porque le pareció ver la fachada y la parte de detrás del edificio de forma smultánea desde donde se encontraba. Como no tenía ningín lado que poder ver, Harry pensó que la casa debía de ser triangular, con el vértice encarado hacia él, pero cuando se encontró a 15 metros de la misma, vio una pequeña ventana de cara hacia él, por lo que supo que sí que tenía algún lado. Entonces se encontró a la sombra de esa extraña estructura, con la garganta seca y atemorizado por la ansiedad y el asombro. Vista de cerca parecía bastante corriente, excepto que era muy blanca y silenciosa. Todo era trascendental y aterrador; había algo siniestro entorno a la taberna, podía`pericbirlo, pero no sabía qué podía ser. la mañana entera, el mundo entero no parecía tener finalidad salvo la de encuadrar esa taberna, y darle magnitud y alguna disposición para que él pudiera abarcarla con sus sentidos y engañarse a sí mismo fingiendo que la comprendía. Harry finalmente leyó el letrero: Quarks. Nunca había visto unba taberna semejante.
Harry entró en la taberna. Tras la barra vio de espaldas a un ser bastante pequeño, de aspecto tosco, el cual parecía encontrarse muy malhumorado aquella mañana. Estaba mirándose en un espejo que colgaba de la pared y a través del cual había visto a su vez a Harry.
-- Son los dientes, dijo en voz alta de forma distraida. Casi todas las enfermedades proceden de los dientes.
-- ¿ Se trata de una bicicleta ? preguntó
- No, contestó Harry.
-- ¿ Está seguro ? me preguntó
--Desde luego.
-- ¿ No se trata de una motocicleta ?
-- No
-- ¿ Una con válvulas en la parte de arriba y una dinamo para la luz ? ¿ O una con manillar de carreras ?
- No
-- En esa concreta circunstancia, no me cabe duda de que no se trata de una motocicleta, dijo. Parecía sorprendido y perplejo, casi tanto como lo estaba Harry, que no entendía todas aquellas preguntas sobre bicicletas. ¿ Es acaso acerca de una varita perdida ? le oyó preguntar de nuevo.
-- Tampoco
-- No estaría de más que rellenara estos impresos, dijo, sacando unas hojas y entregándoselas a Harry.. Dígame, continuó, ¿ sería falso afirmar que usted es un mago sanador ambulante y que vino en triciclo ?
-- Lo sería, contestó Harry
-- ¿ Y en un támdem patentado ?
-- Tampoco
-- Los magos sanadore son impredecibles, nunca se sabe con ellos, continuó el tabernero. Entonces.. ¿ me dijo usted que vino en velocípdeo no, o acaso en una de esas bicicletas mágicas voladoras con una rueda más grande que la otra ?
-- No dije nada de eso, dijo Harry, molesto yo vengo por el asunto de...
-- No diga más, le interrumpió nuevamente el tabernero, vino en alfombra voladora porque la bicicleta la tenía en el taller, ¿ verdad ? confiéselo
-- No, no y no.
El tabernero le echó una mirada lenta, indagadora, como tratando de comprobar que lo que Harry decía era en serio, arrugando de nuevo el ceño.
-- Entonces tal vez no sea un mago sanador, sino un hombre que solicita una licencia para perros o para toros.
-- Nada de eso. Simplemente soy el enviado de la Universidad Invisible de Magia para investigar el asunto del contrabando de obras de arte.
--- Así que es usted.... vaya podía haberlo dicho primero hombre.
Harry no sabía si pegar al tabernero o gritar de rabia. Vio cómo guardaba las hojas que le había entregado antes, no sin mirar a los lados por si algún cliente les estaba observando.
-- Bueno, ¿ y qué se le ofrece ? ¿ Le apetece echar unas partidas en nuestra mesa de Dabo ? ¿ tal vez unas partidas de dardos ? o... ¿ qué me dice de unas partidas de ajedrez mágico con nuestro campeón de ajedrez ? ¿ tal vez disfrutar de unas horas en una de nuestras holosuits ? ... si quiere compañía, también tenemos un servicio de señoritas de compañía de lo más selecto.... susurró finalmente el tabernero. Por cierto, mi nombre es Quark.
-- No me interesa nada más que resolver todo este asunto cuanto antes, dijo Harry malhumorado.
- Entiendo, dijo Quark. En parte, eso es lo que queremos todos los Ferengi, para así poder seguir ocupándonos de nuestros negocios libremente .
- Sean quienes sean los falsificadores de obras de arte, te prometo que el peso de la justicia caerá sobre todos ellos.
-- Te ayudaré en tu cometido, joven mago.
-- Me alegro de que estés de mi lado. Ahora bien, ¿ por dónde deberíamos de empezar ?
-- La galería de arte de Jack Saint Clair debería ser un buen sitio por donde empezar John, sugirió el ferengi. Ahí podríamos obtener alguna pista sobre quienes pueden estar detrás de todo esto.
-- Pues entonces, empecemos por ahí, dijo Harry. De todas formas, Quark, esta forma de comercio vuestro es un tanto extremista no ?
-- Bueno, eso puede ser desde tu punto de vista. Si has oido hablar de las reglas de adquisición Ferengi que rigen nuestra sociedad de comercio, toda actividad mercantil está perfectamente regulada por ellas, es la forma en la que articulamos nuestra vida.
-- Sí,sí entiendo. Es vuestro modo de vida, pero atarse de por vida a unas normas me parece... demasiado radical
-- A nosotros nos funciona muy bien con ellas, de hecho, hace muchos siglos, antes de la invención de las normas, nuestra sociedad era un verdadero caos, sin ningún tipo de regulación mercantil... cientos de crímenes y asesinatos de todo tipo se perpetraban semanalmente.
-- ¿ Por qué crees que están falsificando estas obras de arte, quien quiera que sea ?
-- Verás John, es muy simple, algún Ferengi ha visto una oportunidad de obtener beneficios y hacer negocio de esto y ha aprovechado la ocasión de explotarlo, según la regla de adquisición número 8, "Sólo un tonto deja pasar una oportunidad de negocios", o la regla número 9: "Oportunidad más instinto igual a ganancia".
-- Sí, ya me he estado informando un poco sobre vuestras reglas de adquisición, dijo Harry. Todo esto tiene que haber estado orquestado por algún Ferengi para haber podido engañar al Ministerio de Magia, a los magos de la torre invisible de magia de Ankh-Morpork y hasta al mismísimo grand Nagus. Según la regla de adquisición 204, se necesita a un Ferengi para engañar a un Ferengi.
Muy cierto, señor Divney, repuso Quark asombrado
Entonces, Jack Saint Clair... ¿ de quién se trata este sujeto ?
Bueno, señor Divney, en el Mundo Ferengi, si quieres saber qué se mueve dentro del mercado negro, Jack Saint Clair es con quien debes de hablar. En sus tiempos, era un contrabandista muy afamado. Ahora se encuentra según él mismo dice, retirado, aunque es quien controla realmente desde la sombra todo.
Pero al haber robado una obras de arte y haberlas intercambiado con otras... ¿ no se habría violado algún tipo de contrato, señor Quark ?
En absoluto, señor Divney, si así hubiera ocurrido, lo cual sería completamente contrario a lo indicado por la Asociación de Comercio Ferengi (ACF), habría habido constancia de Ferengis a los que hubiesen retirado su licencia para ejercer negocios, lo cual no ha ocurrido. Por otra parte, en caso de haber ocurrido habría sido demasiado sospechoso como para que hubiese sido pasarse por alto.
En ese momento llegaron a la galería de arte de Jack Saint Clair, donde, según les indicaron, el ferengi se encontraba en esos momentos en el gran salón de la galería, al cual accedieron por una puerta trasera. En el centro del gran salón había una mesa de Dabo bastante grande, ( El Dabo es un juego de ruleta de porbabilidades creado por los ferengis. Cuando alguien gana debe gritar "Dabo". Dada la filosofía ferengi de "ganancias a cualquier costo", no es difícil de imaginar que las reglas del Dabo estén muy bien estipuladas.
Las ruletas son atendidas por hermosas mujeres, las cuales son especialmente instruidas por sus empleadores para distraer a los apostadores para que pierdan todo su latinium. Una frase común en las mesas de Dabo es: "Mira la rueda, no a la chica". Las jugadas más osadas y que premian con mayor dinero al ganador son "doble abajo" o "triple arriba") alrededor de la cual se encontraba la chica que controlaba la mesa, la cual les invitó a echar una partida. Después de declinar amablemente la oferta se encaminaron a la barra, tras la cual se encontraba el señor Saint Clair.
- Es un placer concocerle finalmente señor Divney.
- Será mejor que no oculte nada, dijo Harry a modo de saludo, porque entonces será mío el placer de entregarlo personalmente al Ministerio.
-- No hay necesidad de alterarse tanto señor Divney, al fin y al cabo se trata simplemente de negocios.
– ¿ Ha notado alguna actividad inusual en el club últimamente, señor Saint Clair ? ¿ algo sospechoso, o fuera de lo normal ?
– Déjeme que piense un poco.... la verdad, nada fuera de lo normal, los clientes que vienen a jugar en la mesa de Dabo, los socios de siempre que vienen a tomar algún trago y aquellos que vienen a admirar las exposiciones que hacemos semanalmente en la galería, aunque.. ahora que lo pienso, la semana pasada un grupo muy numeroso de Ferengis alquiló una Hollosuite y estuvieron alrededor de 3h, lo cual me pareció un poco extraño en su momento.

– Ésa debe ser la clave. Supongo que tendrá registrado los nombres de los que alquilaron la Hollosuite.
– Por supuesto, señor Divney, aquí tratamos de movemos en la mayor medida de lo posible dentro de la legalidad.
Jack Saint Clair trajo el libro de visitas y apuntó los nombres de los que alquilaron la Hollosuite en una hoja que les entregó.
– ¿ Reconoces algún nombre, Quark ?
– Reconozco todos y ninguno equivale a buenas noticias. Hay tres o cuatro estafadores, dos ladrones y otros dos contrabandistas de arte. El más importante es Ronon Sigma, uno de los contrabandistas de arte. Sugiero que le hagamos una visita, puede que el resto ande cerca.
Cuando llegaron a la galería de arte de Ronon Sigma, preguntaron por el dueño y les indicaron que fuesen a una determinada galería a fin de que el señor Ronon Sigma se reuniese con ellos allí más tarde. Al ir paseando por las distintas salas de la galería de arte, a Harry le pareció que en el lugar predominaba una inusual alta actividad. El lugar estaba atestado de gente. Vieron varios grupos de visitas guiadas en distintas salas de la galería, la cual, por otra parte, era inmensa. En una de las salas se encontraba una especie de mago artista, el cual se encontraba pintando un lienzo inmenso, el cual se encontraba sobre un caballete igualmente grande. El mago pintor les miró con un mal gesto. Al principio Harry no le prestó mucha atención. Quark le indicó que aquella era la galería en donde debían de esperar al dueño, Ronon Sigma .
Al poco rato, un Ferengi de aspecto hosco, quien venía ataviado con una túnica verde y tenía puesto un sombrero negro, entró en la sala y sonrió al verlos.
-- El arte de la pintura, dijo, a la vez que señalaba unos cuadros de la pared. Son muchos los que pintan, los que tienen mano, los que son capaces de copiar fríamente, con exactitud y cálculo, lo que ven o bien siguen la moda vigente. Ellos embellecen, asustan o crean un alboroto sensacional, deslumbrante y otros nos hacen sonreir, pensar y soñar. Se dice que hay miles de fórmulas para componer imágenes y más hoy día. Uno puede lograr verdaderas maravillas estéticamente correctas pero en muchos casos, perfectamente frías y totalmente carentes de espíritu o de alma. Pero ló único que no se puede comprar ni aprender, señor Divney, es el propio don de la creatividad. Este, “nace, no se hace” y tan complejo es, que hemos logrado llegar a la luna y nadie ha logrado descifrarlo ni entenderlo y mucho menos, envasarlo. Para transmitirlo hay que ser un verdadero mago. ¿ Qué os trae por aquí, Quark ?
-- La verdad es que el señor Divney quería interrogarte acerca de las desapariciones de las obras de arte.
-- ¿ Soy acaso sospechoso ?
-- No sé, ¿ lo eres ? preguntó Harry
-- Ya estamos siempre con lo mismo, como soy Ferengi debo de ser culpable ¿ verdad ?
-- Lo único que determinará si eres o no culpable, Ronon, es que nos demuestres lo contrario, dijo Harry. Empecemos estableciendo un hecho ¿ qué hacías junto a otros Ferengis en la Hollosuit de Quark la semana pasada ?
-- Estábamos.. tratando temas de negocios
-- ¿ Qué tipo de negocios ?
El Ferengi no respondió de primeras, sino que miró primero a Quark, luego a Harry, dio varios gritos, de forma malhumorada y bajó la vista al suelo.
-- Bront sabrá de esto, Quark. Me aseguraré de ello.
-- Vamos, si no tienes nada que esconder, responde rápido, o yo me aseguraré de que no sea Bront, sino el mismísimo Grand Nagus el que sepa de tus actividades extracurriculares.
--- Gggrrr, está bien. Estuvimos negociando acerca de unas varitas mágicas
-- ¿ Unas varitas mágicas ? Harry no entendía la razón de tanto secretismo
-- Unas 1.500 varitas mágicas que pertenecen a una partida introducida de contrabando.
-- Ya veo, dijo Harry. Entonces, no sabes nada acerca de los cuadros robados
-- ¡ Ya he dicho que no ! y la verdad, es que no me gusta repetirme.
-- Espero por tu bien que eso sea cierto, dijo Harry, si no me aseguraré personalmente de que todo el peso de la justicia caiga sobre ti.
Ronon Sigma se alejó malhumorado y gruñendo.
-- ¿ Y ahora qué, preguntó Quark ? él era nuestro mejor sospechoso
-- Déjame pensar un momento, dijo Harry. Tú espérame en esta sala, que voy a reordenar mis ideas a ver si se me ocurre algo.
-- Señor Quark, es todo un honor verle en esta sala a mi lado, dijo en ese momento un mago que parecía un pintor que se encontraba en aquel momento en la sala, dirigiéndose a Quark. Si me hace un favor, querría retratarle para tenerle como recuerdo.
-- ¡ Oh ! por supuesto, dijo Quark, sintiéndose muy halagado
Harry dejó a Quark en la sala y se dirigió a una sala muy apartada de la galería a reflexionar acerca de todo lo que sabían hasta el momento. Tras meditar concienzudamente al respecto durante más de media hora, volvió a la sala a buscar a Quark, pero se sorprendió al no verle allí.
-- ¿ A donde fue Quark ? le preguntó Harry al mago artista
-- Cuando acabé su retrato, me indicó que le dijera que fuese a la taberna a reunirse con él, ya que debía irse por un asunto urgente.
A Harry aquello le pareció muy extraño, pero decidió de momento ir a la taberna para preguntarle si a él se le había ocurrido algo con lo que poder seguir la investigación. No obstante, antes de salir se fijó en el cuadro que el pintor había hecho de Quark. A Harry le pareció toda una obra de arte. A Harry le pareció que la pintura definía en sí en toda su esencia el espíriru ruín y mezquino de los Ferengi de forma muy natural. El cuadro casi parecía dotado de vida y expresividad, por lo cual, alabó mucho al artista por su obra.

En la taberna de Quark les dijeron que él no había aparecido por allí, lo cual sirvió para que Harry agarrase un mosqueo monumental.
-- Quark es poco probable que se haya fugado o escondido, ya que parecía casi ansioso por colaborar a fin de que yo hiciese la vista gorda, se dijo Harry. ¿ Y si.. ? sí, tenía que haber sido eso, había sido secuestrado. Y como no tenía otro sitio a donde ir, volvió a la galería de Ronon Sigma a investigar al principal sospechoso de la desaparición de Quark, el misterioso mago pintor de la sala.
Cuando Harry llegó a la galería de arte se encontró con que el " supuesto pintor " le estaba esperando sentado en una silla en la misma sala donde se encontraba antes.

-- Bonito truco, dijo Harry, atrapar a alguien dentro de un cuadro

El extraño personaje le dedicó una sonrisa burlona y sin decir nada se dirigió al mueble bar de la sala sacó 2 copas y le tendió una a Harry. Posteriormente cogió una gran botella de lo que parecía vino de color rojizo y sirvió una buena cantidad en ambas copas.

-- Este vino del Rejo es de una buena cosecha dijo, lo obtuve como pago por un par de trabajos que realicé allí.

-- Algún sucio y rastrero intercambio de productos, me imagino, dijo Harry

-- No hay nada de rastrero en ser contrabandista, señor Divney, créame, en mi vida he matado a nadie ni pienso hacerlo, uno simplemente debe de ganarse la vida.

-- No sé qué pensarán en Poniente sobre eso pero aquí en el Disco las cosas son bien distintas, y puedo asegurarle, señor ....

-- Lionel Dimpsey, le interrumpió el mago, haciendo una breve reverencia a modo de presentación

-- Como venía diciendo, señor Dimpsey, sus actividades ilícitas han cabreado a mucha gente y va a tener que pasarse una buena temporada en la sombra. Seguro que en la prisiónde Ank Morpork deben de estar ansiosos por tenerlo en sus filas.. ¿ o tal vez debería de extraditarlo y enviarlo a Nurmengard ? creo que allí no son tan comprensibles como en las cárceles del Disco.

Harry trataba de intimidar al mago para que liberase a Quark, y sus palabras estaban causando el efecto que esperaba.
-- Tampoco nos pongamos tan drásticos, señor Divney, supongo que podríamos llegar a algún tipo de acuerdo
-- Le puedo asegurar que tendrá una sentencia atenuante si entrega todo lo robado, serán justos con usted y yo personalmente me aseguraré de que tenga un representante legal que le asista por parte del Ministerio.
Todo fue muy rápido, Dimpsey cogió rápidamente su varita y Harry rodó por el suelo, ocultándose, lo que le dio una posición ventajosa desde la que pudo lanzar un hechizo que dejó paralizado al mago.
- Me las he tenido que ver con personajes mucho más peligrosos que usted, señor Dimpsey, dijo Harry riéndose.
-- Bien jugado, dijo el mago aceptando su derrota. Supongo que no tengo otra alternativa. En fin, liberaré a su amigo y tendrá todo lo robado, confío en que cumpla su palabra.
-- Le juro que así será.
Dimpsey se acercó al cuadro al cual apuntó con una varita, murmuró unas palabras y la imagen de Quark del espejo desapareció para aparecer el ferengi de cuerpo presente en la sala. Quark al verse fuera del cuadro se tocó a sí mismo casi sin poder creerse que fuese libre y luego dio las gracias a Harry para dirigirse finalmente hacia Lionel Dimpsey y pegarle un fuerte puñetazo.
-- ¡ Te lo tenías merecido rufián ! le gritó
Una vez resuelto el asunto Harry dejó a Quark en su taberna y se dirigió a la Universidad Invisible, no sin haber recibido 2 lingotes de latinium de regalo del ferengi en agradecimiento por su rescate.
-- Muy bien señor Archicanciller, ahora que ya tiene a su contrabandista ha llegado el momento de mi partida, espero que reciba un juicio justo y que tengan en cuenta lo devuelto como atenuante.
-- No se preocupe señor Divney, recibirá un trato justo. Y ahora que nos deja a nosotros si no le importa que le pregunte, ¿ de qué asuntos se va a ocupar de forma inminente ?
-- Pues ya que lo pregunta, de vuelta a mi propio Mundo tengo un asunto relacionado con unas misteriosas muertes debidas a unos sueños en un misteriosos pueblo.
-- He oido que han descubierto que El Pacto fue el principal instigador de la guerra de las llaves espada y ahora están detrás de la creación de los " nescientes ".
-- Por desgracia, he de reconocer que es cierto, es mucho el mal que el resurgir del Pacto ha traido a todos los Mundos Mágicos.
-- No obstante, no debemos de perder la esperanza
-- Eso nunca, dijo Harry abrazando al Archicanciller Ridcully a modo de despedida. Espero que volvamos a vernos algún día en mejores circunstancias.
-- En la Universidad estaremos encantados de recibirlo. Que tenga un buen viaje.
Harry se despidió y partió rumbo a realizar su nuevo trabajo.
Trabajo 8º: Pesadillas en Springwood
Había estado allí desde que ella podía recordar.
Todo había empezado desde el mismo momento de su nacimiento. Una fría noche de diciembre estaba acurrucado en los brazos de su madre, durmiendo.
--- "La señora Saxon le preguntó, ¿cómo te sientes?" Una enfermera asomó la cabeza por la esquina en la sala privada donde Diana Saxon y su bebé recién nacido estaban descansando.
-- "Lo está haciendo muy bien, gracias". Diana dio una cálida sonrisa, cansada, y sus párpados cerrados por un momento. Ella bostezó mientras su hijo gorgoteaba. "Yo sólo querría echarme una pequeña siesta por un tiempo, si le parece bien. ¿Podría llevar a Sandy a la cuna, por favor?"
--- "Por supuesto, cariño." Ella levantó suavemente al bebé de los brazos de su madre y salió de la habitación por el pasillo adyacente. Ella entró y lo colocó en la cuna nº 11 y salió de la habitación .
A medida que la niña se quedó allí sin emociones, sin apenas moverse, su mente se deslizó fuera de la conciencia al quedarse dormida ...
Mientras tanto, en el reino de los sueños, un catre yacía entre el laberinto de las cadenas y tubos. Las calderas estaban frías y la atmósfera se quedó inmóvil. La forma de un bebé apareció en la cuna, cuando abrió los ojos y miró a su alrededor. Ella se retorció, pero no lloró. Paso a Paso, pesado y lento, se hizo eco por toda la habitación a la vez que una figura alta y desgarbada se acercaba a la cuna. Se oían pasos lentos mientras sus gruesas botas marrones de trabajo golpeaban contra el suelo.
Su larga sombra se cernía sobre el bebé, mientras ella se retorcía y se retorcía suavemente en su cuna. Sus grandes ojos azules lo miraron con asombro a la vez que una gran sonrisa pasaba por su frente.
--- "Bueno, ¿qué tenemos aquí?" Dio la vuelta al bebé con sus cuchillos extendidos. Ella pateó y se retorció con gran ansiedad, comenzando a llorar. De pronto se dirigió directamente a la cama y se le quedó mirando fijamente a la cara, su propia cara era muy pálida.
--- "No llores nena, yo te veré de nuevo muy pronto. Antes de lo que crees ..." Extendió su mano quemada y le acarició el rostro, enjugándose las lágrimas. Luego levantó la mano y chasqueó los dedos, y su forma pequeña, frágil comenzó a desvanecerse. La Enfermera entró en el cuarto en ese momento y fue directamente a la cuna 11 y tomó a la pequeña que lloraba, y la llevó a su madre.
Se oyó un golpe suave en la puerta, y Diana se despertó de su sueño. Abrió los ojos grandes con una mirada de satisfacción grabada en su rostro mientras ella abrazó a su bebé.
-- "Gracias," dijo en voz baja. La enfermera comenzó a salir de la habitación cuando fue llamada de nuevo. "Hummh, ¿puedo pedirle un favor, por favor?"
Ella sonrió con dulzura. "Por supuesto, señorita, ¿qué le gustaría?"
--- "¿Podría usted llamar a mi hermana, por favor? Su número está en el ordenador."
--- "Claro, de inmediato". Ella salió de la puerta en el pasillo.
Diana miró a su hija y sonrió. "Te amo, mi amor." Ella se inclinó hacia abajo e inhaló su aroma hermoso. Excepto ... que ya no estaba allí. En lugar de una fragancia de bebé recién nacido olía a carne quemada. Diana no gritó, ni lloró. Ella actuaba normalmente y puso a su hija en su cuna, con el rostro inexpresivo.
Entonces ella miró al techo y le habló en voz muy baja.
--- "¿Lo quieres? Me gustaría verte intentar llevártelo, monstruo."
Ella bajó la mirada a su bebé dormido y cerró los ojos, rezando por que su hija durmiera bien.
Sandy estaba de vuelta en el lugar que había llegado a ser tan familiar para ella ahora, rodeada de tubos fríos y cadenas colgantes. Rara vez terminaban en el mismo lugar, ya que el lugar era como un laberinto gigante. Incluso después de 15 años, aún se perdía. Claro, no habría podido caminar cuando era bebé.
Casi todas las noches, había soñado el mismo lugar, con el mismo ambiente silencioso y un fuerte olor a moho.
Ella sabía lo que iba a suceder. Se paseaba por unos segundos, y luego se oía el sonido de unos pasos pesados, y la sombra de una figura desgarbada de la esquina. Entonces una sensación sobrecogedora de miedo se apoderaba de ella, (hacía 2 años que no lo veía), pero lo sentía espiándola a cada momento desde las somras, aguardando su oportunidad… la falta de sueño la había llevado a un estado de semivigilia en el que a veces no discernía bien la realidad del sueño… y muchas veces se despertaba de repente en medio de fuertes gritos. Ella siempre lo había conocido como el "Hombre Pesadilla". Pero su verdadero nombre era otro, y pronto le sería revelado.
Sus sueños como niña pequeña eran ocasionales, sólo una vez cada mes o así. Pero cuando se las arregló para hablar en oraciones completas y caminar bien, sus sueños empezaron a volverse más y más violentos, hasta que se tornaron en verdaderas pesadillas. Tenía 2 o 3 visitas suyas cada semana.
Cuando cumplió 10 años, pasó a tener una cada noche. A veces, podía oír su respiración pesada, ruidos siniestros en cada esquina y gritos estridentes, que la atormentaban allá donde iba. Todo esto le había trastornado su vida real, en la escuela siempre sacó buenas notas pero siempre fue considerada por sus compañeros como una loca excéntrica. Se había convertido en una joven temerosa de todo y de todos y muy desconfiada. Hubo momentos durante el día en la escuela donde ella podría jurar que alguien le estaba respirando en el cuello, incluso cuando no había una brisa.
Su vida era bastante normal durante el día. Cada mañana, después de levantarse siempre se daba una ducha con agua caliente, luego se secaba el pelo, y más tarde tomaba su desayuno. Ella ordenaba los libros de clase, besaba a sus padres y se iba caminando hasta el banco de la otra esquina de la calle donde se encontraba con sus amigos Daniel y Katie, sus dos mejores y casi únicos amigos, con los que siempre iba a la escuela.
La escuela se había vuelto una pérdida de tiempo diario. La clase, el recreo, la clase, el almuerzo, la clase y luego la libertad. Ella nunca se preocupaba mucho por las lecciones sin importancia de la vida y que le parecían un completo aburrimiento comparadas con sus otros problemas. Pero era todavía una razón para salir de casa, y en cierto modo la mantenían cuerda.
A la salida, iría a casa con Daniel y Katie, haría su tarea, vería todo lo que hubiese en la TV y luego iría a la cama para otra noche de tortura. Genial.
Sin embargo, a pesar de que siempre se despertaba aterrorizada, de alguna bizarra manera disfrutaba de sus sueños. Ella mantenía la esperanza de que una noche descubriría la identidad de su "hombre Pesadilla", pero ella siempre era apartada de sus sueños antes de tiempo. Estos eran los pensamientos que cruzaban rápidamente por su mente ahora mientras tomaba medidas cuidadosas en el aire rancio de la sala de calderas. Esta habitación se había vuelto tan propia de su mente que se podía decir que había sacado fotos de ella en su memoria, se conocía todos sus recovecos. Ella había sabido cómo hacerlo desde que cumplió 12 años. Su madre dijo que ella tenía ciertas habilidades... pero ¿por qué demonios estaba pensando en sus habilidades artísticas en un momento como éste?
Su respiración se hizo más pesada, y comenzó a sudar ... lo cual era extraño porque, ella no estaba moviéndose. Entonces se dio cuenta de algo aún más extraño. Las calderas, ellas ... ellas comenzaron a hacer ruido. Y las tuberías empezaron a emitir vapor. El aire se hizo más caliente, y el débil resplandor azul que rodeaba la habitación se convirtió en una sombra brillante de color rojo y verde. Fue como si... todo estuviese cobrando vida.
De repente sintió una extraña sensación en la boca del estómago. Sus ojos se abrieron y su cuerpo empezó a temblar a la vez que su siniestra sombra, tan familiar para ella apareció en la pared.
Su respiración se hizo más y más fuerte hasta que, finalmente, le mostró su rostro de nuevo.
 
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