lunes, 12 de agosto de 2013

Harry Potter y el libro del tiempo perdido cap. 28 continuación

Un trueno recorrió la Universidad Invisible de Magia. La lluvia repiqueteaba contra sus tejados y goteaba desde sus gárgolas, aunque las más avispadas habían buscado refugio entre el laberinto de tejas. Mucho más abajo, en la Sala Principal, los ocho magos más poderosos del Mundodisco se habían agrupado en los ángulos del octograma ceremonial. En honor a la verdad hay que decir que quizá no fueran los más poderosos, pero desde luego tenían grandes habilidades de supervivencia. Y eso, en el Competitivo mundo de la magia del Mundodisco, venía a ser lo mismo. Detrás de cada mago de octavo nivel había media docena de magos del séptimo intentando ponerle la zancadilla, y los hechiceros mayores tenían que desarrollar una actitud inquisitiva para con posibles escorpiones en la cama, por ejemplo. Todo esto se resumía en un antiguo proverbio: cuando un mago se ha cansado de buscar fragmentos de cristal en su plato, es que se ha cansado de vivir.
El mago más viejo, Grishald Spold, de los Antiguos y Originales Sabios del Círculo Integro, se inclinó cansinamente sobre su cayado y así habló:

— Empieza ya, Ceravieja, los pies me están matando.

Galder; que había hecho una pausa meramente efectista, le miró.

— Muy bien, seré breve...
— Habrá que verlo.
— Todos hemos buscado guía con respecto a las circunstancias que nos atañen. ¿Puede alguno de vosotros decir que la ha recibido?
Los magos se miraron por el rabillo del ojo. Aparte de en una fraternal reunión de sindicalistas, no hay un ambiente más cargado de desconfianza y sospechas que el de una conferencia de hechiceros de alto nivel. Pero el hecho simple y sencillo era que el día había ido de pena. Demonios por lo general informadores, invocados repentinamente de lo más profundo del Inframundo, habían dado largas durante los interrogatorios. Los espejos mágicos se habían hecho añicos. Las cartas del tarot se habían quedado en blanco misteriosamente. Las bolas de cristal se habían llenado de nubes. Hasta los posos de té, despreciados generalmente por los magos, considerados algo frívolo e indigno de atención, se habían acumulado en el fondo de las tazas, negándose a moverse.
En resumen, los magos allí reunidos estaban despistadísimos. Se oyó un murmullo generalizado de asentimiento.
— Por tanto, propongo que celebremos el Rito de CuesthiEnte, dijo Galder con voz teatral.
Tuvo que admitir que había esperado una respuesta más apropiada, algo así como «¡No, el Rito de CuesthiEnte, no! ¡El hombre no debe jugar con esas cosas!»
Lo que se oyó fueron susurros de aprobación.
— Buena idea.
— Parece razonable.
— Manos a la obra.
Un poco decepcionado, llamó a una procesión de magos menores, que llevaron a la sala diversos artilugios mágicos. Ya se ha mencionado que por esta época había algunos desacuerdos en la fraternidad de magos sobre cómo practicar la magia.
Sobre todo los magos jóvenes opinaban que ya era hora de que la magia empezara a poner al día su imagen. Que debían dejarse de tantos trozos de cera y hueso, y organizar todo con más propiedad, con programas de investigación y convenciones de tres días en buenos hoteles donde se podrían dar conferencias con títulos como «Nuevas aplicaciones de la geomancia» o «El papel de las botas de siete leguas en una sociedad concienciada».
Trymon, por poner un ejemplo, apenas ejercía ya la magia, pero dirigía la Orden con la precisión de un reloj de arena, escribía muchos comunicados internos y tenía en la pared de su despacho un gran diagrama lleno de chinchetas de colores, banderitas y rayas que nadie entendía, pero que resultaban muy impresionantes.
En cambio, la otra clase de magos pensaban que todo aquello no eran más que florituras, y ni siquiera miraban una imagen a menos que estuviera hecha de cera y tuviera alfileres clavados.
Los dirigentes de las ocho órdenes eran todos de este tipo, magos tradicionalistas, y los utensilios que fueron distribuidos en torno al octograma tenían un aspecto decididamente esotérico. Cuernos de carnero, varitas de todo tipo, cráneos, barrocos objetos metálicos y pesadas velas aparecieron por todas partes, pese a que los magos jóvenes habían descubierto que el Rito de CuesthiEnte se podía llevar a cabo perfectamente con tres trocitos de madera y cuatro centímetros cúbicos de sangre de ratón.
Normalmente los preparativos habrían durado varias horas, pero los poderes combinados de los magos superiores los abreviaron de manera considerable y, tras sólo cuarenta minutos, Galder entonó las últimas palabras del hechizo. Quedaron suspendidas ante él un instante antes de disolverse.

En el centro del octograma, el aire se estremeció y se espesó, y de pronto contuvo una figura alta y sombría. Estaba cubierta en su mayor parte por una túnica negra y una capucha, y probablemente era de agradecer. Sostenía una larga guadaña en una mano, y no había manera de pasar por alto el hecho de que, donde debía haber dedos, sólo se veían huesos.
La otra mano esquelética sostenía unos daditos de queso y un trozo de piña pinchado en un palillo.

— ¿Y bien? -inquirió la Muerte con una voz que tenía la calidez y el colorido de un iceberg.
Advirtió las miradas de los magos y bajó la vista hacia el palillo.
— Estaba en una fiesta, añadió con un matiz de reproche.
— Oh, Criatura de la Tierra y la Oscuridad, os exhortamos a abjurar de... empezó Galder con voz firme, imperiosa.

La Muerte asintió.

— Sí, sí, ya me sé todo eso, dijo-. ¿Por qué me habéis llamado?

— Se dice que puedes ver tanto el pasado como el futuro, replicó Galder un poco molesto, porque el gran discurso de conjuro y dominación le gustaba mucho y la gente decía que se le daba muy bien.

— Muy cierto.

— Entonces quizá puedas decirnos qué está pasando exactamente y quiénes son los respnsables de los robos, dijo Galder.

Recuperó el control y añadió en voz más alta: Os lo ordeno por Azimrothe, por T'chikel, por...
— Vale, vale, ya has dejado bien claro lo que quieres, respondió la Muerte. ¿Qué queréis saber con exactitud? Esta mañana pasaron muchas cosas. Nacieron personas, murieron personas, todos los árboles crecieron un poco, las olas dibujaron interesantes pautas en el mar... la verdad es que he estado muy ocupado.

— Me refiero al asunto de los robos, dijo Galder con frialdad.

— ¿Ah, eso? Oh, no es más que una burda maniobra comercial Ferengi. Tengo entendido que el conjunto de reglas de adquisición es a veces un poco permisivo en cuanto al mercado negro. Al parecer; se da el caso de una compra-venta de material robado, algo bastante común en la sociedad Ferengi.

— Un momento, un momento, interrumpió Galder. Se rascó la barbilla-. ¿Estamos hablando de que se ha corrompido la sociedad mercantil Ferengi ? ¿Es eso ?

— Exacto, este sistema mercantil es corrosivo, pero funciona a la perfección, y lo mejor de todo es que normalemnet todo el mundo gana algo acambio de otra cosa, por lo que nadie suele protestar, ese mismo sistema mercantil.

Galder frunció el ceño. Alguien dentro de la sociedad Ferengi se estaba tomando demasiadas molestias para que esto hubiese salido a la luz precisamente ahora. Todo el mundo sabía que los ferengi no suelen ser muy dados a exponer sus trapos sucios a la luz.
— ¿Sabes por qué? -dijo sin pensar. Entonces se acordó y añadió rápidamente-: Por Yrriph y Kcharla, os exhortamos a...
— Podrías cortar el rollo, ¿no? -dijo la Muerte-. Yo sólo sé que todo forma parte de una conspiración orquestada por un miembro Ferengi muy importante para asaltar el Ministerio de Magia, pero no sé quién exactamente.
— ¡Eh, ahí delante, hablad más alto! pidió Grishald Spold.
— ¡Cállate! ordenó el Archicanciller Mustrum Ridcully.
— ¿Yo? Dijo Galder
— No, él. Viejo sordo...
— ¡Te he oído! -se enfureció Spold-. Vosotros, los jóvenes...
Se detuvo, porque la Muerte le miraba con aire muy pensativo, como tratando de memorizar su rostro.
— Oye dijo Galder, ¿te importa repetir eso último? ¿El Ministerio será qué?
— Asaltado, repitió la Muerte. ¿Puedo irme ya? Me he dejado la copa.
— ¡Espera! -se apresuró Galder. Por Cheliliki y Orizone y todo eso, ¿qué quiere decir «asaltado»?
— Es una antigua profecía escrita en los muros interiores de la gran pirámide de Camis-Het. Y me parece que lo de que «asaltarán el Ministerio» está bastante claro. Aunque una cosa es clara, un salvador de otro Mundo ha sido enviado. Se dirige en este momento hacia aquí para entrevistarse con el Archicanciller. Su nombre es..
-- John Divney, dijo el archicanciller Ridcully interrumpiendo. Tengo preparada una entrevista con él dentro de una hora. Así que ese joven es el que nos librará de esto….
— ¿Eso es todo lo que puedes decirnos?
— Sí.
— ¡Pero si sólo quedan dos semanas para la Noche de la Vigilia de los Puercos!
— Sí
La Muerte se encogió de hombros. Era un gesto para el que estaba particularmente bien dotada.
— Oh.
— ¿Puedo irme ya?
Galder asintió con gesto distraído. Había estado pensando en el ritual de despedida, que empezaba «Partid, sombra malvada», y contaba con algunos párrafos bastante impresionantes que tenía bien ensayados. Pero, por alguna razón, no conseguía reunir suficiente entusiasmo.
— Oh, sí -dijo-. Sí, gracias. Luego, como no es conveniente tener enemigos ni entre las criaturas de la noche, añadió con educación-: Espero que sea una fiesta divertida.
La Muerte no respondió. Estaba mirando a Spold igual que un perro mira un hueso, aunque en este caso las cosas eran más bien al revés.
— He dicho que espero que sea una fiesta divertida, repitió Galder un poco más alto.
— Por el momento, sí, dijo la Muerte llanamente. Aunque supongo que a medianoche la cosa decaerá.
— ¿Por qué?
— Es cuando creen que me quitaré la máscara.
Desapareció, dejando atrás sólo un palillo de cóctel y un trozo de serpentina.
Toda esta escena había tenido un espectador oculto. Iba contra las normas, por supuesto, pero Trymon lo sabía todo sobre las normas y siempre había considerado que estaban para dictarlas, no para cumplirlas.
Mucho antes de que los ocho magos se pusieran a discutir en serio sobre lo que había querido decir la aparición, él estaba en los pisos principales de la biblioteca de la universidad. Era un lugar asombroso. Muchos de los libros eran mágicos, y lo que nunca se debe olvidar sobre los grimorium es que son mortíferos en manos de un bibliotecario ordenado, porque se sentirá impelido a colocarlos todos en el mismo estante. No es buena idea, tratándose de unos libros con tendencia a tener escapes de magia, porque si hay dos juntos forman una Masa Negra crítica. Además, muchos hechizos menores son bastante picajosos en lo que a la compañía se refiere, y suelen expresar sus objeciones lanzando los libros donde se encuentran de un lado a otro de la habitación.
Y, por supuesto, también está la presencia apenas intuida de las Cosas de las Dimensiones Mazmorra, siempre buscando cualquier escape de magia, siempre sondeando los muros de la realidad. El trabajo de bibliotecario mágico, quien tiene que pasarse los días en esta clase de ambiente sobrecargado, es un empleo de alto riesgo. El bibliotecario jefe, que estaba sentado sobre su escritorio pelando una naranja con tranquilidad, era muy consciente de eso.
Alzó la vista cuando entró Trymon.

— Busco cualquier cosa que tengamos sobre la Pirámide de Camis-Het, dijo Trymon.
Iba preparado: se sacó un plátano del bolsillo.

El bibliotecario lo miró con tristeza y saltó al suelo. Trymon encontró una mano suave en la suya, y el hombre le guió entre las estanterías. Era como sostener un guantecito de piel. A su alrededor; los libros se estremecían y chisporroteaban con ocasionales descargas de rayos mágicos dirigidas contra los parahechizos cuidadosamente clavados a las estanterías. Había un olor tenue, azulado, y en el mismísimo umbral auditivo se sentía el horrible chisporroteo de las criaturas de las mazmorras. Al igual que otras muchas partes de la Universidad Invisible, la biblioteca ocupaba mucho más espacio del que daban a entender sus dimensiones exteriores, porque la magia distorsiona el espacio de una manera muy extraña. Debía de ser la única biblioteca del universo con estantes Moebius. Pero el catálogo mental del bibliotecario funcionaba de maravilla. Se detuvo junto a una imponente torre de libros polvorientos y saltó. Se oyó el ruido de papeles que crujían y una nube de polvo descendió hacia Trymon. El bibliotecario volvió con un delgado volumen en las manos.

— Oook, dijo.

Trymon lo cogió rápidamente.

La cubierta estaba manoseada y con las puntas dobladas, el oro de las inscripciones había desaparecido hacía tiempo, pero consiguió leer; en la lengua mágica del Valle Camis-Het, las palabras: Hystorya dely Gran Templyo de Camys-Heyt. Leyyenda y Realidad.

— ¿Oook? inquirió el bibliotecario con ansiedad.

Trymon pasó las páginas cuidadosamente. No se le daban muy bien los idiomas, siempre los había considerado cosas muy poco eficaces que deberían ser reemplazadas por algún tipo de código numérico fácilmente comprensible, pero aquello parecía ser exactamente lo que estaba buscando. Tenía páginas enteras llenas de jeroglíficos preñados de significado.
— ¿Es el único libro que tienes sobre la pirámide de Camis-Het? preguntó con lentitud.

— Oook.

— ¿Estás seguro?

— Oook.

Trymon prestó atención. A lo lejos se oía el ruido de pisadas aproximándose y voces discutiendo. Pero también estaba preparado para eso.
Se metió la mano en el bolsillo.

— ¿Quieres otro plátano? preguntó.

El Archicanciller se dirigió a su despacho. Rincewind le anunció que John Divney, el joven mago que venía a salvarlos le estaba esperando allí.
Finalmente Harry llegó a su destino. Pronto sabría qué tendría que hacer exactamente para resolver su misión actual. Al preguntar por el Archicanciller le dijeron que lo esperase en su despacho, en donde se encontraba también su contacto, Grendel MDLVIII, el actual Jefe del Gremio de artesanos de la ciudad. Una vez que entró Grendel MDLVIII se encontraba ya dentro.
-- El señor Divney supongo
-- El mismo, señor Grendel
-- Como supondrá, llevamos un tiempo esperándole
-- ¿ Ah, sí ? dijo Harry sorprendido, pues no sabía siquiera que hubiese constancia de su presencia allí
-- Por supuesto, su llegada fue anunciada
-- ¿ Por quién ?
-- ¡ Fiiuu !... suspiró Grendel. La muerte es muy sabia y poderosa, ¿ no cree ?
Harry no entendía nada.
-- Supongo.
-- El asunto John, es el contrabando actual y la falsificación de obras de arte en nuestra sociedad actual. Todo parece fruto de la próspera sociedad Ferengi.
Todo lo que había leido Harry sobre la sociedad Ferengi se encontraba en la pequeña guía que Harry había comprado a la entrada de la ciudad, y nada le había parecido excesivamente malo. tratándose de una sociedad de comercio.
-- Las leyes se ponen por un motivo, dijo Harry. Habría que verificar que ytodos las cumplen correctamente.
-- Muy cierto, señor Divney, pero como bien sabrá, quien pone la ley pone la trampa. Esta gente... estos.. Ferengis, sólo viven por y para el comercio y su único dogma es la obtención de beneficios. Las ganancias es lo único que los motiva. Y ya sabe qué pasa cuando uno tiene ganancias en algo....
-- Pronto empieza a desear tener más y más y cada vez más. Al final, se convierte en una obsesión.
-- Exactamente. Y eso es lo que creo que ha pasado aquí. Ahora bien, si bien los Ferengi son muy ambiciosos y codiciosos, son muy respetuosos con sus leyes y hay muy pocos Ferengis que osarían atreverse a poner en riesgo su sistema mercantil desafiando de esta forma a su líder, El gran Nagus.
En ese momento, el Archicanciller Ridcully hizo acto de presencia.
-- Bueno, señor Divney, señor Grendel, veo que ya se han conocido. Yo soy el Archicanciller Ridcully, como habrá supuesto, señor Divney.
-- Encantado de conocerle, dijo Harry estrechando la mago del archicanciller.
-- Supongo que Grendel le habrá puesto al tanto de la situación. Tiene que encontrar a los responsables de estos robos y falsificaciones y ¡ traerlos ante la Justicia !.
-- ¿ Por dónde debería empezar a buscar ?
-- Bueno, como ya hemos comentado antes, a veces el que más roba no es necesariamente el más necesitado, señor Divney, dijo Grendel.
-- Hay cierto barrio Ferengi, llamado Deep Space, muy conocido por sus actividades supuestamente ilegales, en el que hay una taberna, llamada Terak Nor, la cual está regentada por un individuo de lo más rastrero. Es un Ferengi de nombre Quark. Creo que deberías interrogarle a él primero. Quizás te de una pista que te ayude. Dicen que Quark haría cualquier cosa con tal de proteger su negocio.
-- Bien, supongo que es un ugar igual de bueno que cualquier otro para empezar.
-- Eso sí, John, tenga cuidado. No puede uno fiarse en exceso de estos Ferengi.
-- Siempre lo tengo, dijo Harry al abandonar el despacho.
-- Parece buen chico, dijo el Archicanciller una vez Harry se hubo marchado.
-- Es nuestra última y única esperanza, dijo Grendel. Espero que él tenga éxito donde los demás han fallado.
Media hora más tarde, Harry llegó a las inmediaciones del barrio Ferengi Deep Space. Una vez allí preguntó por la taberna Terok Nor y le señalaron una gran taberna situada unos dos bloques a la derecha de donde se encontraba. Cuando se acercó a la taberna, el edificio le pareció algo extraño. Parecía estar pintada como un anuncio sobre un tablero de cartón, y muy mal pintada, por cierto. Parecía completamente falsa, además de poco convincente. Daba la impresión de no tener profundidad ni anchura, y de que su efecto no podía engañar ni siquiera a un niño. Lo que a Harry le desconcertó fue el saber a ciencia cierta que esa era la posada que estaba buscando, y que había gente en ella. Nunca antes había visto Harry algo tan antinatural y espeluznante; había algo ante lo que su mirada vacilaba sin comprender, como si al menos una d elas dimensiones normativas fallara, dejando sin sentido las otras dimensiones. El aspecto de aquella taberna era la mayor sorpresa con la que tropezaba en la vida y eso que Harry había vivido muchas cosas, y sintió miedo de ella.
Harry siguió caminando, preo más despacio. A medida que se acercaba, el aspecto de la taberna parecía cambiar. En primer lugar, tenía una forma anormal, de perfil incierto, como el de un objeto visto bajo aguas revueltas. Luego su forma se hizo más clara y Harry vio que sí que parecía finalmente tener algo de volumen, un pequeño espacio para habitaciones detyrás de la fachada. Harry dedujo esto porque le pareció ver la fachada y la parte de detrás del edificio de forma smultánea desde donde se encontraba. Como no tenía ningín lado que poder ver, Harry pensó que la casa debía de ser triangular, con el vértice encarado hacia él, pero cuando se encontró a 15 metros de la misma, vio una pequeña ventana de cara hacia él, por lo que supo que sí que tenía algún lado. Entonces se encontró a la sombra de esa extraña estructura, con la garganta seca y atemorizado por la ansiedad y el asombro. Vista de cerca parecía bastante corriente, excepto que era muy blanca y silenciosa. Todo era trascendental y aterrador; había algo siniestro entorno a la taberna, podía`pericbirlo, pero no sabía qué podía ser. la mañana entera, el mundo entero no parecía tener finalidad salvo la de encuadrar esa taberna, y darle magnitud y alguna disposición para que él pudiera abarcarla con sus sentidos y engañarse a sí mismo fingiendo que la comprendía. Harry finalmente leyó el letrero: Quarks. Nunca había visto unba taberna semejante.
Harry entró en la taberna. Tras la barra vio de espaldas a un ser bastante pequeño, de aspecto tosco, el cual parecía encontrarse muy malhumorado aquella mañana. Estaba mirándose en un espejo que colgaba de la pared y a través del cual había visto a su vez a Harry.
-- Son los dientes, dijo en voz alta de forma distraida. Casi todas las enfermedades proceden de los dientes.
-- ¿ Se trata de una bicicleta ? preguntó
- No, contestó Harry.
-- ¿ Está seguro ? me preguntó
--Desde luego.
-- ¿ No se trata de una motocicleta ?
-- No
-- ¿ Una con válvulas en la parte de arriba y una dinamo para la luz ? ¿ O una con manillar de carreras ?
- No
-- En esa concreta circunstancia, no me cabe duda de que no se trata de una motocicleta, dijo. Parecía sorprendido y perplejo, casi tanto como lo estaba Harry, que no entendía todas aquellas preguntas sobre bicicletas. ¿ Es acaso acerca de una varita perdida ? le oyó preguntar de nuevo.
-- Tampoco
-- No estaría de más que rellenara estos impresos, dijo, sacando unas hojas y entregándoselas a Harry.. Dígame, continuó, ¿ sería falso afirmar que usted es un mago sanador ambulante y que vino en triciclo ?
-- Lo sería, contestó Harry
-- ¿ Y en un támdem patentado ?
-- Tampoco
-- Los magos sanadore son impredecibles, nunca se sabe con ellos, continuó el tabernero. Entonces.. ¿ me dijo usted que vino en velocípdeo no, o acaso en una de esas bicicletas mágicas voladoras con una rueda más grande que la otra ?
-- No dije nada de eso, dijo Harry, molesto yo vengo por el asunto de...
-- No diga más, le interrumpió nuevamente el tabernero, vino en alfombra voladora porque la bicicleta la tenía en el taller, ¿ verdad ? confiéselo
-- No, no y no.
El tabernero le echó una mirada lenta, indagadora, como tratando de comprobar que lo que Harry decía era en serio, arrugando de nuevo el ceño.
-- Entonces tal vez no sea un mago sanador, sino un hombre que solicita una licencia para perros o para toros.
-- Nada de eso. Simplemente soy el enviado de la Universidad Invisible de Magia para investigar el asunto del contrabando de obras de arte.
--- Así que es usted.... vaya podía haberlo dicho primero hombre.
Harry no sabía si pegar al tabernero o gritar de rabia. Vio cómo guardaba las hojas que le había entregado antes, no sin mirar a los lados por si algún cliente les estaba observando.
-- Bueno, ¿ y qué se le ofrece ? ¿ Le apetece echar unas partidas en nuestra mesa de Dabo ? ¿ tal vez unas partidas de dardos ? o... ¿ qué me dice de unas partidas de ajedrez mágico con nuestro campeón de ajedrez ? ¿ tal vez disfrutar de unas horas en una de nuestras holosuits ? ... si quiere compañía, también tenemos un servicio de señoritas de compañía de lo más selecto.... susurró finalmente el tabernero. Por cierto, mi nombre es Quark.
-- No me interesa nada más que resolver todo este asunto cuanto antes, dijo Harry malhumorado.
- Entiendo, dijo Quark. En parte, eso es lo que queremos todos los Ferengi, para así poder seguir ocupándonos de nuestros negocios libremente .
- Sean quienes sean los falsificadores de obras de arte, te prometo que el peso de la justicia caerá sobre todos ellos.
-- Te ayudaré en tu cometido, joven mago.
-- Me alegro de que estés de mi lado. Ahora bien, ¿ por dónde deberíamos de empezar ?
-- La galería de arte de Jack Saint Clair debería ser un buen sitio por donde empezar John, sugirió el ferengi. Ahí podríamos obtener alguna pista sobre quienes pueden estar detrás de todo esto.
-- Pues entonces, empecemos por ahí, dijo Harry. De todas formas, Quark, esta forma de comercio vuestro es un tanto extremista no ?
-- Bueno, eso puede ser desde tu punto de vista. Si has oido hablar de las reglas de adquisición Ferengi que rigen nuestra sociedad de comercio, toda actividad mercantil está perfectamente regulada por ellas, es la forma en la que articulamos nuestra vida.
-- Sí,sí entiendo. Es vuestro modo de vida, pero atarse de por vida a unas normas me parece... demasiado radical
-- A nosotros nos funciona muy bien con ellas, de hecho, hace muchos siglos, antes de la invención de las normas, nuestra sociedad era un verdadero caos, sin ningún tipo de regulación mercantil... cientos de crímenes y asesinatos de todo tipo se perpetraban semanalmente.
-- ¿ Por qué crees que están falsificando estas obras de arte, quien quiera que sea ?
-- Verás John, es muy simple, algún Ferengi ha visto una oportunidad de obtener beneficios y hacer negocio de esto y ha aprovechado la ocasión de explotarlo, según la regla de adquisición número 8, "Sólo un tonto deja pasar una oportunidad de negocios", o la regla número 9: "Oportunidad más instinto igual a ganancia".
-- Sí, ya me he estado informando un poco sobre vuestras reglas de adquisición, dijo Harry. Todo esto tiene que haber estado orquestado por algún Ferengi para haber podido engañar al Ministerio de Magia, a los magos de la torre invisible de magia de Ankh-Morpork y hasta al mismísimo grand Nagus. Según la regla de adquisición 204, se necesita a un Ferengi para engañar a un Ferengi.
Muy cierto, señor Divney, repuso Quark asombrado
Entonces, Jack Saint Clair... ¿ de quién se trata este sujeto ?
Bueno, señor Divney, en el Mundo Ferengi, si quieres saber qué se mueve dentro del mercado negro, Jack Saint Clair es con quien debes de hablar. En sus tiempos, era un contrabandista muy afamado. Ahora se encuentra según él mismo dice, retirado, aunque es quien controla realmente desde la sombra todo.
Pero al haber robado una obras de arte y haberlas intercambiado con otras... ¿ no se habría violado algún tipo de contrato, señor Quark ?
En absoluto, señor Divney, si así hubiera ocurrido, lo cual sería completamente contrario a lo indicado por la Asociación de Comercio Ferengi (ACF), habría habido constancia de Ferengis a los que hubiesen retirado su licencia para ejercer negocios, lo cual no ha ocurrido. Por otra parte, en caso de haber ocurrido habría sido demasiado sospechoso como para que hubiese sido pasarse por alto.
En ese momento llegaron a la galería de arte de Jack Saint Clair, donde, según les indicaron, el ferengi se encontraba en esos momentos en el gran salón de la galería, al cual accedieron por una puerta trasera. En el centro del gran salón había una mesa de Dabo bastante grande, ( El Dabo es un juego de ruleta de porbabilidades creado por los ferengis. Cuando alguien gana debe gritar "Dabo". Dada la filosofía ferengi de "ganancias a cualquier costo", no es difícil de imaginar que las reglas del Dabo estén muy bien estipuladas.
Las ruletas son atendidas por hermosas mujeres, las cuales son especialmente instruidas por sus empleadores para distraer a los apostadores para que pierdan todo su latinium. Una frase común en las mesas de Dabo es: "Mira la rueda, no a la chica". Las jugadas más osadas y que premian con mayor dinero al ganador son "doble abajo" o "triple arriba") alrededor de la cual se encontraba la chica que controlaba la mesa, la cual les invitó a echar una partida. Después de declinar amablemente la oferta se encaminaron a la barra, tras la cual se encontraba el señor Saint Clair.
- Es un placer concocerle finalmente señor Divney.
- Será mejor que no oculte nada, dijo Harry a modo de saludo, porque entonces será mío el placer de entregarlo personalmente al Ministerio.
-- No hay necesidad de alterarse tanto señor Divney, al fin y al cabo se trata simplemente de negocios.
– ¿ Ha notado alguna actividad inusual en el club últimamente, señor Saint Clair ? ¿ algo sospechoso, o fuera de lo normal ?
– Déjeme que piense un poco.... la verdad, nada fuera de lo normal, los clientes que vienen a jugar en la mesa de Dabo, los socios de siempre que vienen a tomar algún trago y aquellos que vienen a admirar las exposiciones que hacemos semanalmente en la galería, aunque.. ahora que lo pienso, la semana pasada un grupo muy numeroso de Ferengis alquiló una Hollosuite y estuvieron alrededor de 3h, lo cual me pareció un poco extraño en su momento.

– Ésa debe ser la clave. Supongo que tendrá registrado los nombres de los que alquilaron la Hollosuite.
– Por supuesto, señor Divney, aquí tratamos de movemos en la mayor medida de lo posible dentro de la legalidad.
Jack Saint Clair trajo el libro de visitas y apuntó los nombres de los que alquilaron la Hollosuite en una hoja que les entregó.
– ¿ Reconoces algún nombre, Quark ?
– Reconozco todos y ninguno equivale a buenas noticias. Hay tres o cuatro estafadores, dos ladrones y otros dos contrabandistas de arte. El más importante es Ronon Sigma, uno de los contrabandistas de arte. Sugiero que le hagamos una visita, puede que el resto ande cerca.
Cuando llegaron a la galería de arte de Ronon Sigma, preguntaron por el dueño y les indicaron que fuesen a una determinada galería a fin de que el señor Ronon Sigma se reuniese con ellos allí más tarde. Al ir paseando por las distintas salas de la galería de arte, a Harry le pareció que en el lugar predominaba una inusual alta actividad. El lugar estaba atestado de gente. Vieron varios grupos de visitas guiadas en distintas salas de la galería, la cual, por otra parte, era inmensa. En una de las salas se encontraba una especie de mago artista, el cual se encontraba pintando un lienzo inmenso, el cual se encontraba sobre un caballete igualmente grande. El mago pintor les miró con un mal gesto. Al principio Harry no le prestó mucha atención. Quark le indicó que aquella era la galería en donde debían de esperar al dueño, Ronon Sigma .
Al poco rato, un Ferengi de aspecto hosco, quien venía ataviado con una túnica verde y tenía puesto un sombrero negro, entró en la sala y sonrió al verlos.
-- El arte de la pintura, dijo, a la vez que señalaba unos cuadros de la pared. Son muchos los que pintan, los que tienen mano, los que son capaces de copiar fríamente, con exactitud y cálculo, lo que ven o bien siguen la moda vigente. Ellos embellecen, asustan o crean un alboroto sensacional, deslumbrante y otros nos hacen sonreir, pensar y soñar. Se dice que hay miles de fórmulas para componer imágenes y más hoy día. Uno puede lograr verdaderas maravillas estéticamente correctas pero en muchos casos, perfectamente frías y totalmente carentes de espíritu o de alma. Pero ló único que no se puede comprar ni aprender, señor Divney, es el propio don de la creatividad. Este, “nace, no se hace” y tan complejo es, que hemos logrado llegar a la luna y nadie ha logrado descifrarlo ni entenderlo y mucho menos, envasarlo. Para transmitirlo hay que ser un verdadero mago. ¿ Qué os trae por aquí, Quark ?
-- La verdad es que el señor Divney quería interrogarte acerca de las desapariciones de las obras de arte.
-- ¿ Soy acaso sospechoso ?
-- No sé, ¿ lo eres ? preguntó Harry
-- Ya estamos siempre con lo mismo, como soy Ferengi debo de ser culpable ¿ verdad ?
-- Lo único que determinará si eres o no culpable, Ronon, es que nos demuestres lo contrario, dijo Harry. Empecemos estableciendo un hecho ¿ qué hacías junto a otros Ferengis en la Hollosuit de Quark la semana pasada ?
-- Estábamos.. tratando temas de negocios
-- ¿ Qué tipo de negocios ?
El Ferengi no respondió de primeras, sino que miró primero a Quark, luego a Harry, dio varios gritos, de forma malhumorada y bajó la vista al suelo.
-- Bront sabrá de esto, Quark. Me aseguraré de ello.
-- Vamos, si no tienes nada que esconder, responde rápido, o yo me aseguraré de que no sea Bront, sino el mismísimo Grand Nagus el que sepa de tus actividades extracurriculares.
--- Gggrrr, está bien. Estuvimos negociando acerca de unas varitas mágicas
-- ¿ Unas varitas mágicas ? Harry no entendía la razón de tanto secretismo
-- Unas 1.500 varitas mágicas que pertenecen a una partida introducida de contrabando.
-- Ya veo, dijo Harry. Entonces, no sabes nada acerca de los cuadros robados
-- ¡ Ya he dicho que no ! y la verdad, es que no me gusta repetirme.
-- Espero por tu bien que eso sea cierto, dijo Harry, si no me aseguraré personalmente de que todo el peso de la justicia caiga sobre ti.
Ronon Sigma se alejó malhumorado y gruñendo.
-- ¿ Y ahora qué, preguntó Quark ? él era nuestro mejor sospechoso
-- Déjame pensar un momento, dijo Harry. Tú espérame en esta sala, que voy a reordenar mis ideas a ver si se me ocurre algo.
-- Señor Quark, es todo un honor verle en esta sala a mi lado, dijo en ese momento un mago que parecía un pintor que se encontraba en aquel momento en la sala, dirigiéndose a Quark. Si me hace un favor, querría retratarle para tenerle como recuerdo.
-- ¡ Oh ! por supuesto, dijo Quark, sintiéndose muy halagado
Harry dejó a Quark en la sala y se dirigió a una sala muy apartada de la galería a reflexionar acerca de todo lo que sabían hasta el momento. Tras meditar concienzudamente al respecto durante más de media hora, volvió a la sala a buscar a Quark, pero se sorprendió al no verle allí.
-- ¿ A donde fue Quark ? le preguntó Harry al mago artista
-- Cuando acabé su retrato, me indicó que le dijera que fuese a la taberna a reunirse con él, ya que debía irse por un asunto urgente.
A Harry aquello le pareció muy extraño, pero decidió de momento ir a la taberna para preguntarle si a él se le había ocurrido algo con lo que poder seguir la investigación. No obstante, antes de salir se fijó en el cuadro que el pintor había hecho de Quark. A Harry le pareció toda una obra de arte. A Harry le pareció que la pintura definía en sí en toda su esencia el espíriru ruín y mezquino de los Ferengi de forma muy natural. El cuadro casi parecía dotado de vida y expresividad, por lo cual, alabó mucho al artista por su obra.

En la taberna de Quark les dijeron que él no había aparecido por allí, lo cual sirvió para que Harry agarrase un mosqueo monumental.
-- Quark es poco probable que se haya fugado o escondido, ya que parecía casi ansioso por colaborar a fin de que yo hiciese la vista gorda, se dijo Harry. ¿ Y si.. ? sí, tenía que haber sido eso, había sido secuestrado. Y como no tenía otro sitio a donde ir, volvió a la galería de Ronon Sigma a investigar al principal sospechoso de la desaparición de Quark, el misterioso mago pintor de la sala.
Cuando Harry llegó a la galería de arte se encontró con que el " supuesto pintor " le estaba esperando sentado en una silla en la misma sala donde se encontraba antes.

-- Bonito truco, dijo Harry, atrapar a alguien dentro de un cuadro

El extraño personaje le dedicó una sonrisa burlona y sin decir nada se dirigió al mueble bar de la sala sacó 2 copas y le tendió una a Harry. Posteriormente cogió una gran botella de lo que parecía vino de color rojizo y sirvió una buena cantidad en ambas copas.

-- Este vino del Rejo es de una buena cosecha dijo, lo obtuve como pago por un par de trabajos que realicé allí.

-- Algún sucio y rastrero intercambio de productos, me imagino, dijo Harry

-- No hay nada de rastrero en ser contrabandista, señor Divney, créame, en mi vida he matado a nadie ni pienso hacerlo, uno simplemente debe de ganarse la vida.

-- No sé qué pensarán en Poniente sobre eso pero aquí en el Disco las cosas son bien distintas, y puedo asegurarle, señor ....

-- Lionel Dimpsey, le interrumpió el mago, haciendo una breve reverencia a modo de presentación

-- Como venía diciendo, señor Dimpsey, sus actividades ilícitas han cabreado a mucha gente y va a tener que pasarse una buena temporada en la sombra. Seguro que en la prisiónde Ank Morpork deben de estar ansiosos por tenerlo en sus filas.. ¿ o tal vez debería de extraditarlo y enviarlo a Nurmengard ? creo que allí no son tan comprensibles como en las cárceles del Disco.

Harry trataba de intimidar al mago para que liberase a Quark, y sus palabras estaban causando el efecto que esperaba.
-- Tampoco nos pongamos tan drásticos, señor Divney, supongo que podríamos llegar a algún tipo de acuerdo
-- Le puedo asegurar que tendrá una sentencia atenuante si entrega todo lo robado, serán justos con usted y yo personalmente me aseguraré de que tenga un representante legal que le asista por parte del Ministerio.
Todo fue muy rápido, Dimpsey cogió rápidamente su varita y Harry rodó por el suelo, ocultándose, lo que le dio una posición ventajosa desde la que pudo lanzar un hechizo que dejó paralizado al mago.
- Me las he tenido que ver con personajes mucho más peligrosos que usted, señor Dimpsey, dijo Harry riéndose.
-- Bien jugado, dijo el mago aceptando su derrota. Supongo que no tengo otra alternativa. En fin, liberaré a su amigo y tendrá todo lo robado, confío en que cumpla su palabra.
-- Le juro que así será.
Dimpsey se acercó al cuadro al cual apuntó con una varita, murmuró unas palabras y la imagen de Quark del espejo desapareció para aparecer el ferengi de cuerpo presente en la sala. Quark al verse fuera del cuadro se tocó a sí mismo casi sin poder creerse que fuese libre y luego dio las gracias a Harry para dirigirse finalmente hacia Lionel Dimpsey y pegarle un fuerte puñetazo.
-- ¡ Te lo tenías merecido rufián ! le gritó
Una vez resuelto el asunto Harry dejó a Quark en su taberna y se dirigió a la Universidad Invisible, no sin haber recibido 2 lingotes de latinium de regalo del ferengi en agradecimiento por su rescate.
-- Muy bien señor Archicanciller, ahora que ya tiene a su contrabandista ha llegado el momento de mi partida, espero que reciba un juicio justo y que tengan en cuenta lo devuelto como atenuante.
-- No se preocupe señor Divney, recibirá un trato justo. Y ahora que nos deja a nosotros si no le importa que le pregunte, ¿ de qué asuntos se va a ocupar de forma inminente ?
-- Pues ya que lo pregunta, de vuelta a mi propio Mundo tengo un asunto relacionado con unas misteriosas muertes debidas a unos sueños en un misteriosos pueblo.
-- He oido que han descubierto que El Pacto fue el principal instigador de la guerra de las llaves espada y ahora están detrás de la creación de los " nescientes ".
-- Por desgracia, he de reconocer que es cierto, es mucho el mal que el resurgir del Pacto ha traido a todos los Mundos Mágicos.
-- No obstante, no debemos de perder la esperanza
-- Eso nunca, dijo Harry abrazando al Archicanciller Ridcully a modo de despedida. Espero que volvamos a vernos algún día en mejores circunstancias.
-- En la Universidad estaremos encantados de recibirlo. Que tenga un buen viaje.
Harry se despidió y partió rumbo a realizar su nuevo trabajo.
Trabajo 8º: Pesadillas en Springwood
Había estado allí desde que ella podía recordar.
Todo había empezado desde el mismo momento de su nacimiento. Una fría noche de diciembre estaba acurrucado en los brazos de su madre, durmiendo.
--- "La señora Saxon le preguntó, ¿cómo te sientes?" Una enfermera asomó la cabeza por la esquina en la sala privada donde Diana Saxon y su bebé recién nacido estaban descansando.
-- "Lo está haciendo muy bien, gracias". Diana dio una cálida sonrisa, cansada, y sus párpados cerrados por un momento. Ella bostezó mientras su hijo gorgoteaba. "Yo sólo querría echarme una pequeña siesta por un tiempo, si le parece bien. ¿Podría llevar a Sandy a la cuna, por favor?"
--- "Por supuesto, cariño." Ella levantó suavemente al bebé de los brazos de su madre y salió de la habitación por el pasillo adyacente. Ella entró y lo colocó en la cuna nº 11 y salió de la habitación .
A medida que la niña se quedó allí sin emociones, sin apenas moverse, su mente se deslizó fuera de la conciencia al quedarse dormida ...
Mientras tanto, en el reino de los sueños, un catre yacía entre el laberinto de las cadenas y tubos. Las calderas estaban frías y la atmósfera se quedó inmóvil. La forma de un bebé apareció en la cuna, cuando abrió los ojos y miró a su alrededor. Ella se retorció, pero no lloró. Paso a Paso, pesado y lento, se hizo eco por toda la habitación a la vez que una figura alta y desgarbada se acercaba a la cuna. Se oían pasos lentos mientras sus gruesas botas marrones de trabajo golpeaban contra el suelo.
Su larga sombra se cernía sobre el bebé, mientras ella se retorcía y se retorcía suavemente en su cuna. Sus grandes ojos azules lo miraron con asombro a la vez que una gran sonrisa pasaba por su frente.
--- "Bueno, ¿qué tenemos aquí?" Dio la vuelta al bebé con sus cuchillos extendidos. Ella pateó y se retorció con gran ansiedad, comenzando a llorar. De pronto se dirigió directamente a la cama y se le quedó mirando fijamente a la cara, su propia cara era muy pálida.
--- "No llores nena, yo te veré de nuevo muy pronto. Antes de lo que crees ..." Extendió su mano quemada y le acarició el rostro, enjugándose las lágrimas. Luego levantó la mano y chasqueó los dedos, y su forma pequeña, frágil comenzó a desvanecerse. La Enfermera entró en el cuarto en ese momento y fue directamente a la cuna 11 y tomó a la pequeña que lloraba, y la llevó a su madre.
Se oyó un golpe suave en la puerta, y Diana se despertó de su sueño. Abrió los ojos grandes con una mirada de satisfacción grabada en su rostro mientras ella abrazó a su bebé.
-- "Gracias," dijo en voz baja. La enfermera comenzó a salir de la habitación cuando fue llamada de nuevo. "Hummh, ¿puedo pedirle un favor, por favor?"
Ella sonrió con dulzura. "Por supuesto, señorita, ¿qué le gustaría?"
--- "¿Podría usted llamar a mi hermana, por favor? Su número está en el ordenador."
--- "Claro, de inmediato". Ella salió de la puerta en el pasillo.
Diana miró a su hija y sonrió. "Te amo, mi amor." Ella se inclinó hacia abajo e inhaló su aroma hermoso. Excepto ... que ya no estaba allí. En lugar de una fragancia de bebé recién nacido olía a carne quemada. Diana no gritó, ni lloró. Ella actuaba normalmente y puso a su hija en su cuna, con el rostro inexpresivo.
Entonces ella miró al techo y le habló en voz muy baja.
--- "¿Lo quieres? Me gustaría verte intentar llevártelo, monstruo."
Ella bajó la mirada a su bebé dormido y cerró los ojos, rezando por que su hija durmiera bien.
Sandy estaba de vuelta en el lugar que había llegado a ser tan familiar para ella ahora, rodeada de tubos fríos y cadenas colgantes. Rara vez terminaban en el mismo lugar, ya que el lugar era como un laberinto gigante. Incluso después de 15 años, aún se perdía. Claro, no habría podido caminar cuando era bebé.
Casi todas las noches, había soñado el mismo lugar, con el mismo ambiente silencioso y un fuerte olor a moho.
Ella sabía lo que iba a suceder. Se paseaba por unos segundos, y luego se oía el sonido de unos pasos pesados, y la sombra de una figura desgarbada de la esquina. Entonces una sensación sobrecogedora de miedo se apoderaba de ella, (hacía 2 años que no lo veía), pero lo sentía espiándola a cada momento desde las somras, aguardando su oportunidad… la falta de sueño la había llevado a un estado de semivigilia en el que a veces no discernía bien la realidad del sueño… y muchas veces se despertaba de repente en medio de fuertes gritos. Ella siempre lo había conocido como el "Hombre Pesadilla". Pero su verdadero nombre era otro, y pronto le sería revelado.
Sus sueños como niña pequeña eran ocasionales, sólo una vez cada mes o así. Pero cuando se las arregló para hablar en oraciones completas y caminar bien, sus sueños empezaron a volverse más y más violentos, hasta que se tornaron en verdaderas pesadillas. Tenía 2 o 3 visitas suyas cada semana.
Cuando cumplió 10 años, pasó a tener una cada noche. A veces, podía oír su respiración pesada, ruidos siniestros en cada esquina y gritos estridentes, que la atormentaban allá donde iba. Todo esto le había trastornado su vida real, en la escuela siempre sacó buenas notas pero siempre fue considerada por sus compañeros como una loca excéntrica. Se había convertido en una joven temerosa de todo y de todos y muy desconfiada. Hubo momentos durante el día en la escuela donde ella podría jurar que alguien le estaba respirando en el cuello, incluso cuando no había una brisa.
Su vida era bastante normal durante el día. Cada mañana, después de levantarse siempre se daba una ducha con agua caliente, luego se secaba el pelo, y más tarde tomaba su desayuno. Ella ordenaba los libros de clase, besaba a sus padres y se iba caminando hasta el banco de la otra esquina de la calle donde se encontraba con sus amigos Daniel y Katie, sus dos mejores y casi únicos amigos, con los que siempre iba a la escuela.
La escuela se había vuelto una pérdida de tiempo diario. La clase, el recreo, la clase, el almuerzo, la clase y luego la libertad. Ella nunca se preocupaba mucho por las lecciones sin importancia de la vida y que le parecían un completo aburrimiento comparadas con sus otros problemas. Pero era todavía una razón para salir de casa, y en cierto modo la mantenían cuerda.
A la salida, iría a casa con Daniel y Katie, haría su tarea, vería todo lo que hubiese en la TV y luego iría a la cama para otra noche de tortura. Genial.
Sin embargo, a pesar de que siempre se despertaba aterrorizada, de alguna bizarra manera disfrutaba de sus sueños. Ella mantenía la esperanza de que una noche descubriría la identidad de su "hombre Pesadilla", pero ella siempre era apartada de sus sueños antes de tiempo. Estos eran los pensamientos que cruzaban rápidamente por su mente ahora mientras tomaba medidas cuidadosas en el aire rancio de la sala de calderas. Esta habitación se había vuelto tan propia de su mente que se podía decir que había sacado fotos de ella en su memoria, se conocía todos sus recovecos. Ella había sabido cómo hacerlo desde que cumplió 12 años. Su madre dijo que ella tenía ciertas habilidades... pero ¿por qué demonios estaba pensando en sus habilidades artísticas en un momento como éste?
Su respiración se hizo más pesada, y comenzó a sudar ... lo cual era extraño porque, ella no estaba moviéndose. Entonces se dio cuenta de algo aún más extraño. Las calderas, ellas ... ellas comenzaron a hacer ruido. Y las tuberías empezaron a emitir vapor. El aire se hizo más caliente, y el débil resplandor azul que rodeaba la habitación se convirtió en una sombra brillante de color rojo y verde. Fue como si... todo estuviese cobrando vida.
De repente sintió una extraña sensación en la boca del estómago. Sus ojos se abrieron y su cuerpo empezó a temblar a la vez que su siniestra sombra, tan familiar para ella apareció en la pared.
Su respiración se hizo más y más fuerte hasta que, finalmente, le mostró su rostro de nuevo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Harry potter y el libro del tiempo perdido cap 28 cont

Las Reglas de Adquisición Ferengi
1 Una vez que tengas su dinero, jamás se lo devuelvas.
2 El mejor trato es uno que traiga las mejores ganancias.
3 Nunca gastes en una adquisición más de lo que tengas.
3 Yo lo encontré, es mío.
4 Una mujer llevando ropas es como un hombre en la cocina.
6 Nunca permitas que la familia se interponga en el camino de la oportunidad.
7 Mantén tus oídos abiertos.
8 La letra pequeña conduce a grandes riesgos.
8 Sólo un tonto deja pasar una oportunidad de negocios.
8 La letra pequeña conduce a grandes riesgos.
9 Oportunidad más instinto igual a ganancia.
10 La codicia es eterna.
11 Aun cuando sea gratis, siempre puedes comprarlo más barato.
12 Cualquier cosa que valga la pena hacer vale la pena hacerla dos veces.
13 Cualquier cosa que valga la pena hacer vale la pena hacerla por dinero.
14 Mantén a tu familia cerca, mantén a tu Latinum más cerca.
16 Un trato es un trato. (Hasta que uno mejor se presente).

17 Un contrato es un contrato es un contrato - pero sólo entre Ferengis.
18 Un Ferengi sin ganancias no es en verdad un Ferengi.
19 La satisfacción no está garantizada.
20 Dale dinero sólo a la gente de la cual sepas que puedes robar.
21 Nunca antepongas la amistad a las ganancias.
22 Un hombre sabio puede escuchar las ganancias en el viento.
24 El Latinium (oro) no puede comprar la felicidad, pero sí que te puedes divertir alquilándola.
25 Siempre hay una salida.
26 Cuando los clientes se van, lo mismo hace el especulador sabio.
27 No hay nada más peligroso que un hombre de negocios honesto
28 Susurra tu camino hacia el éxito.
29 ¿Qué hay para mí?
31 Nunca te burles de la madre de un Ferengi. (Insulta algo que sí le importe, en cambio).
33 Nunca hace daño adular al patrón.
34 La guerra es buena para los negocios.
35 La paz es buena para los negocios.
37 Si es gratis, tómalo y preocúpate por los costos ocultos más tarde.
39 La amistad es temporal; las ganancias son eternas.
40 Ella podrá tocar tus lóbulos, pero nunca tu Latinium (oro).
41 Las ganancias son su propia recompensa.
42 Lo que es mío es mío, y lo que es tuyo es mío también.
44 Nunca confundas sabiduría con suerte.
45 La ambición no reconoce a la familia.
46 Haz tu tienda fácil de encontrar.
47 No confíes en un hombre que lleve un traje mejor que el tuyo.
48 Mientras mayor la sonrisa, más afilado el cuchillo.
49 Todo vale algo para alguien.
50 La gratitud puede traer consigo la generosidad.
51 Recompensa a cualquiera que contribuya a tus ganancias para que continúe haciéndolo.
52 Nunca preguntes cuando puedas tomarlo.
57 Los buenos clientes son tan raros como el Latinium, atesóralos.
58 No hay sustituto para el éxito.
59 Los consejos gratuitos rara vez son baratos.
60 Vamos a pelear tú y él.
60 Mantén tus mentiras consistentes.
62 Mientras más arriesgado el camino, mayores las ganancias.
65 Ganes o pierdas, siempre habrá rapé de escarabajo Huyperiano.
68 Sobar orejas te conseguirá cualquier cosa.

69 Los Ferengis no son responsables por la estupidez de otras razas.
72 Nunca confíes en tus clientes.
73 Si te da ganancias, vende a tu propia madre.
74 Conocimiento es igual a ganancias.
75 El hogar es donde está tu corazón, pero las estrellas están hechas de Latinium.
76 De cuando en cuando, declara la paz. "Eso confunde a tus enemigos como el demonio.
77 Es mejor tragarte tu orgullo que perder tus ganancias.
78 Cuando las cosas se ponen duras, los duros cambian las Reglas.
79 Cuidado con la ambición Vulcana por conocimientos.
82 Mientras más fulero el producto, mayor el precio.
84 Un amigo no es un amigo si pide un descuento.
85 Nunca dejes que la competencia sepa qué estás pensando.
87 Un amigo en necesidad significa el triple de ganancias.
89 No preguntes qué pueden hacer tus ganancias por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tus ganancias.
92 Hay muchos caminos hacia las ganancias.
93 ¡Actúa sin demora! El cuchillo afilado corta rápido.
94 Las hembras y las finanzas no combinan.
95 Expándete o muere.
96 Para toda Regla, hay una Regla igual y opuesta, (excepto cuando no la hay).
97 Suficiente...nunca es suficiente.
98 Todo hombre tiene su precio.
99 La confianza es el mayor riesgo de todos.
100 Si toman tu primera oferta, o bien pediste muy poco u ofreciste demasiado.
101 El único valor de un coleccionable es lo que puedes conseguir que alguien más pague por él.
102 La Naturaleza decae, pero el Latinium dura para siempre
103 El sueño puede interferir con... tus oprtunidades de enriquecerte
104 La fe mueve montañas... (de inventarios).
105 No confíes en nadie que confíe en ti.
106 No hay honor en la pobreza.
107 Una garantía sólo es válida si pueden encontrarte.
109 La dignidad más un saco vacío valen lo que el saco.
111 Trata a tus deudores como a familiares, explótalos [despiadadamente].
112 Nunca tengas relaciones sexuales con la hermana del patrón.
113 Siempre ten relaciones sexuales con el patrón.
115 Una garantía sólo es válida si pueden encontrarte.
116 Siempre hay una trampa.
117 Todo está a la venta, incluyendo la amistad.
119 Nunca juzgues a un cliente por el tamaño de su billetera, (...a veces, las cosas buenas vienen en paquetes pequeños).
121 Cuando tengas una buena racha, desconfía.
123 Incluso un ciego puede reconocer el brillo del Latinum.
125 No puedes hacer un trato si estás muerto.
126 Cuéntalo.
127 Mantente neutral en los conflictos para que puedas vender suministros a ambos lados.
135 Nunca confíes en un beneficiario.
139 Las esposas sirven, los hermanos heredan
141 Sólo los tontos pagan al menudeo.
142 No existe tal ventaja injusta.
143 El riesgo es parte del juego... juégalo por todo lo que vale.
144 No hay nada de malo en la caridad...siempre y cuando vaya a parar a tu bolsillo.
146 Necesidad, sust. Madre de la invención. La Ganancia es el padre.
152 Una mentira es una forma de decirle la verdad a alquien que no la conoce.
153 Vende el aroma, no el filete.
162 Aun en el peor de los tiempos, alguien obtiene ganancias.
168 Susurra tu camino hacia el éxito.
169 La competencia y el juego limpio son mutuamente excluyentes.
171 La sangre es más espesa que el agua, y el Latinum es más espeso que ambas.
172 Las ocasiones no son lo que solían ser.
177 Conoce a tu enemigo... pero haz negocios con él siempre.
181 Ni siquiera la deshonestidad puede empañar el brillo de las ganancias.

188 Un tonto y su dinero son el mejor cliente.
189 Que otros conserven su reputación. Tú conserva su dinero.
190 Oye todo, no confíes en nada. Nog Call to Arms
191 Un Ferengi espera para ofertar hasta que sus oponentes se hayan agotado.
192 Nunca engañes a un enemigo... a menos que estés seguro de poder salirte con la tuya.
194 Siempre es buen negocio saber acerca de nuevos clientes antes de que entren por tu puerta.
200 Si vas a tener que aguantar, ponte cómodo.
202 La justificación de las ganancias son las gananciass.
203 Los nuevos clientes son como gusanos de dientes de navaja... Pueden ser suculentos, ¡pero a veces te devuelven el mordisco!
204 Se necesita a un Ferengi para engañar a un Ferengi.
208 A veces la única cosa más peligrosa que una pregunta es una respuesta.
211 Los empleados son los peldaños en la escalera hacia el éxito... no dudes en pisar sobre ellos.
214 Nunca empieces una negociación comercial con un estómago vacío.
216 Nunca apuestes con un telépata.
217 No se puede liberar a un pez del agua.
218 A veces lo que obtienes gratis cuesta demasiado.
218 Siempre conoce lo que estés comprando.
219 La posesión es 11/10 de la ley.
223 Cuidado con el hombre que no se da tiempo para el oo-mox.
229 El Latinium dura más que la lujuria.
231 Nace un tonto cada minuto; asegúrate de ser el primero en encontrar a cada uno de ellos.
236 No se puede comprar al destino.
239 Nunca temas etiquetar un producto falsamente.
241 Nunca confíes en un empleado que trabaje duro.
242 Más es bueno... todo es mejor.
253 El sintehol es el lubricante recomendado para el monedero atascado de un cliente.
255 Una esposa es un lujo... un contador astuto, una necesidad.
256 Los contadores no juegan el partido; sólo llevan el tanteo.
260 La vida no es justa. ¿De qué otro modo conseguirías ganancias?
261 Un hombre rico puede permitirse cualquier cosa excepto una conciencia.
262 Un contrato verbal no vale ni lo que el papel en que está escrito.
263 Nunca permitas que la duda empañe tu lujuria por el Latinium.
265 El cliente siempre tiene la razón, (...hasta que tengas su efectivo).
266 Cuando dudes, miente.
267 Si tú lo crees, ellos lo creen.
270 En tratos de negocios, un disruptor puede ser casi tan importante como una calculadora.
277 Cualquier cosa por la que valga la pena luchar vale la pena ocultarse de ella.
284 Muy en el fondo, todo el mundo es un Ferengi.
285 Ninguna buena acción queda sin castigo.
286 Cuando Morn se va, todo ha terminado.
299 Cuando explotes a alguien, nunca hace daño agradecerle. De esa forma, es más fácil explotarlo la siguiente vez.

Un trueno recorrió la Universidad Invisible de Magia. La lluvia repiqueteaba contra sus tejados y goteaba desde sus gárgolas, aunque las más avispadas habían buscado refugio entre el laberinto de tejas. Mucho más abajo, en la Sala Principal, los ocho magos más poderosos del Mundodisco se habían agrupado en los ángulos del octograma ceremonial. En honor a la verdad hay que decir que quizá no fueran los más poderosos, pero desde luego tenían grandes habilidades de supervivencia. Y eso, en el Competitivo mundo de la magia del Mundodisco, venía a ser lo mismo. Detrás de cada mago de octavo nivel había media docena de magos del séptimo intentando ponerle la zancadilla, y los hechiceros mayores tenían que desarrollar una actitud inquisitiva para con posibles escorpiones en la cama, por ejemplo. Todo esto se resumía en un antiguo proverbio: cuando un mago se ha cansado de buscar fragmentos de cristal en su plato, es que se ha cansado de vivir.
El mago más viejo, Grishald Spold, de los Antiguos y Originales Sabios del Círculo Integro, se inclinó cansinamente sobre su cayado y así habló:
— Empieza ya, Ceravieja, los pies me están matando.
Galder; que había hecho una pausa meramente efectista, le miró.
— Muy bien, seré breve...
— Habrá que verlo.
— Todos hemos buscado guía con respecto a las circunstancias que nos atañen. ¿Puede alguno de vosotros decir que la ha recibido?
Los magos se miraron por el rabillo del ojo. Aparte de en una fraternal reunión de sindicalistas, no hay un ambiente más cargado de desconfianza y sospechas que el de una conferencia de hechiceros de alto nivel. Pero el hecho simple y sencillo era que el día había ido de pena. Demonios por lo general informadores, invocados repentinamente de lo más profundo del Inframundo, habían dado largas durante los interrogatorios. Los espejos mágicos se habían hecho añicos. Las cartas del tarot se habían quedado en blanco misteriosamente. Las bolas de cristal se habían llenado de nubes. Hasta los posos de té, despreciados generalmente por los magos, considerados algo frívolo e indigno de atención, se habían acumulado en el fondo de las tazas, negándose a moverse.
En resumen, los magos allí reunidos estaban despistadísimos. Se oyó un murmullo generalizado de asentimiento.
— Por tanto, propongo que celebremos el Rito de CuesthiEnte, dijo Galder con voz teatral.
Tuvo que admitir que había esperado una respuesta más apropiada, algo así como «¡No, el Rito de CuesthiEnte, no! ¡El hombre no debe jugar con esas cosas!»
Lo que se oyó fueron susurros de aprobación.
— Buena idea.
— Parece razonable.
— Manos a la obra.
Un poco decepcionado, llamó a una procesión de magos menores, que llevaron a la sala diversos artilugios mágicos. Ya se ha mencionado que por esta época había algunos desacuerdos en la fraternidad de magos sobre cómo practicar la magia.
Sobre todo los magos jóvenes opinaban que ya era hora de que la magia empezara a poner al día su imagen. Que debían dejarse de tantos trozos de cera y hueso, y organizar todo con más propiedad, con programas de investigación y convenciones de tres días en buenos hoteles donde se podrían dar conferencias con títulos como «Nuevas aplicaciones de la geomancia» o «El papel de las botas de siete leguas en una sociedad concienciada».
Trymon, por poner un ejemplo, apenas ejercía ya la magia, pero dirigía la Orden con la precisión de un reloj de arena, escribía muchos comunicados internos y tenía en la pared de su despacho un gran diagrama lleno de chinchetas de colores, banderitas y rayas que nadie entendía, pero que resultaban muy impresionantes.
En cambio, la otra clase de magos pensaban que todo aquello no eran más que florituras, y ni siquiera miraban una imagen a menos que estuviera hecha de cera y tuviera alfileres clavados.
Los dirigentes de las ocho órdenes eran todos de este tipo, magos tradicionalistas, y los utensilios que fueron distribuidos en torno al octograma tenían un aspecto decididamente esotérico. Cuernos de carnero, varitas de todo tipo, cráneos, barrocos objetos metálicos y pesadas velas aparecieron por todas partes, pese a que los magos jóvenes habían descubierto que el Rito de CuesthiEnte se podía llevar a cabo perfectamente con tres trocitos de madera y cuatro centímetros cúbicos de sangre de ratón.
Normalmente los preparativos habrían durado varias horas, pero los poderes combinados de los magos superiores los abreviaron de manera considerable y, tras sólo cuarenta minutos, Galder entonó las últimas palabras del hechizo. Quedaron suspendidas ante él un instante antes de disolverse.
En el centro del octograma, el aire se estremeció y se espesó, y de pronto contuvo una figura alta y sombría. Estaba cubierta en su mayor parte por una túnica negra y una capucha, y probablemente era de agradecer. Sostenía una larga guadaña en una mano, y no había manera de pasar por alto el hecho de que, donde debía haber dedos, sólo se veían huesos.
La otra mano esquelética sostenía unos daditos de queso y un trozo de piña pinchado en un palillo.
— ¿Y bien? -inquirió la Muerte con una voz que tenía la calidez y el colorido de un iceberg.
Advirtió las miradas de los magos y bajó la vista hacia el palillo.
— Estaba en una fiesta, añadió con un matiz de reproche.
— Oh, Criatura de la Tierra y la Oscuridad, os exhortamos a abjurar de... empezó Galder con voz firme, imperiosa.
La Muerte asintió.
— Sí, sí, ya me sé todo eso, dijo-. ¿Por qué me habéis llamado?
— Se dice que puedes ver tanto el pasado como el futuro, replicó Galder un poco molesto, porque el gran discurso de conjuro y dominación le gustaba mucho y la gente decía que se le daba muy bien.
— Muy cierto.
— Entonces quizá puedas decirnos qué está pasando exactamente y quiénes son los respnsables de los robos, dijo Galder.
Recuperó el control y añadió en voz más alta: Os lo ordeno por Azimrothe, por T'chikel, por...
— Vale, vale, ya has dejado bien claro lo que quieres, respondió la Muerte. ¿Qué queréis saber con exactitud? Esta mañana pasaron muchas cosas. Nacieron personas, murieron personas, todos los árboles crecieron un poco, las olas dibujaron interesantes pautas en el mar... la verdad es que he estado muy ocupado.
— Me refiero al asunto de los robos, dijo Galder con frialdad.
— ¿Ah, eso? Oh, no es más que una burda maniobra comercial Ferengi. Tengo entendido que el conjunto de reglas de adquisición es a veces un poco permisivo en cuanto al mercado negro. Al parecer; se da el caso de una compra-venta de material robado, algo bastante común en la sociedad Ferengi.
— Un momento, un momento, interrumpió Galder. Se rascó la barbilla-. ¿Estamos hablando de que se ha corrompido la sociedad mercantil Ferengi ? ¿Es eso ?
— Exacto, este sistema mercantil es corrosivo, pero funciona a la perfección, y lo mejor de todo es que normalemnet todo el mundo gana algo acambio de otra cosa, por lo que nadie suele protestar, ese mismo sistema mercantil.
Galder frunció el ceño. Alguien dentro de la sociedad Ferengi se estaba tomando demasiadas molestias para que esto hubiese salido a la luz precisamente ahora. Todo el mundo sabía que los ferengi no suelen ser muy dados a exponer sus trapos sucios a la luz.
— ¿Sabes por qué? -dijo sin pensar. Entonces se acordó y añadió rápidamente-: Por Yrriph y Kcharla, os exhortamos a...
— Podrías cortar el rollo, ¿no? -dijo la Muerte-. Yo sólo sé que todo forma parte de una conspiración orquestada por un miembro Ferengi muy importante para asaltar el Ministerio de Magia, pero no sé quién exactamente.
— ¡Eh, ahí delante, hablad más alto! pidió Grishald Spold.
— ¡Cállate! ordenó el Archicanciller Mustrum Ridcully.
— ¿Yo? Dijo Galder
— No, él. Viejo sordo...
— ¡Te he oído! -se enfureció Spold-. Vosotros, los jóvenes...
Se detuvo, porque la Muerte le miraba con aire muy pensativo, como tratando de memorizar su rostro.
— Oye dijo Galder, ¿te importa repetir eso último? ¿El Ministerio será qué?
— Asaltado, repitió la Muerte. ¿Puedo irme ya? Me he dejado la copa.
— ¡Espera! -se apresuró Galder. Por Cheliliki y Orizone y todo eso, ¿qué quiere decir «asaltado»?
— Es una antigua profecía escrita en los muros interiores de la gran pirámide de Camis-Het. Y me parece que lo de que «asaltarán el Ministerio» está bastante claro. Aunque una cosa es clara, un salvador de otro Mundo ha sido enviado. Se dirige en este momento hacia aquí para entrevistarse con el Archicanciller. Su nombre es..
-- John Divney, dijo el archicanciller Ridcully interrumpiendo. Tengo preparada una entrevista con él dentro de una hora. Así que ese joven es el que nos librará de esto….
— ¿Eso es todo lo que puedes decirnos?
— Sí.
— ¡Pero si sólo quedan dos semanas para la Noche de la Vigilia de los Puercos!
— Sí
La Muerte se encogió de hombros. Era un gesto para el que estaba particularmente bien dotada.
— Oh.
— ¿Puedo irme ya?
Galder asintió con gesto distraído. Había estado pensando en el ritual de despedida, que empezaba «Partid, sombra malvada», y contaba con algunos párrafos bastante impresionantes que tenía bien ensayados. Pero, por alguna razón, no conseguía reunir suficiente entusiasmo.
— Oh, sí -dijo-. Sí, gracias. Luego, como no es conveniente tener enemigos ni entre las criaturas de la noche, añadió con educación-: Espero que sea una fiesta divertida.
La Muerte no respondió. Estaba mirando a Spold igual que un perro mira un hueso, aunque en este caso las cosas eran más bien al revés.
— He dicho que espero que sea una fiesta divertida, repitió Galder un poco más alto.
— Por el momento, sí, dijo la Muerte llanamente. Aunque supongo que a medianoche la cosa decaerá.
— ¿Por qué?
— Es cuando creen que me quitaré la máscara.
Desapareció, dejando atrás sólo un palillo de cóctel y un trozo de serpentina.
Toda esta escena había tenido un espectador oculto. Iba contra las normas, por supuesto, pero Trymon lo sabía todo sobre las normas y siempre había considerado que estaban para dictarlas, no para cumplirlas.
Mucho antes de que los ocho magos se pusieran a discutir en serio sobre lo que había querido decir la aparición, él estaba en los pisos principales de la biblioteca de la universidad. Era un lugar asombroso. Muchos de los libros eran mágicos, y lo que nunca se debe olvidar sobre los grimorium es que son mortíferos en manos de un bibliotecario ordenado, porque se sentirá impelido a colocarlos todos en el mismo estante. No es buena idea, tratándose de unos libros con tendencia a tener escapes de magia, porque si hay dos juntos forman una Masa Negra crítica. Además, muchos hechizos menores son bastante picajosos en lo que a la compañía se refiere, y suelen expresar sus objeciones lanzando los libros donde se encuentran de un lado a otro de la habitación.
Y, por supuesto, también está la presencia apenas intuida de las Cosas de las Dimensiones Mazmorra, siempre buscando cualquier escape de magia, siempre sondeando los muros de la realidad. El trabajo de bibliotecario mágico, quien tiene que pasarse los días en esta clase de ambiente sobrecargado, es un empleo de alto riesgo. El bibliotecario jefe, que estaba sentado sobre su escritorio pelando una naranja con tranquilidad, era muy consciente de eso.
Alzó la vista cuando entró Trymon.
— Busco cualquier cosa que tengamos sobre la Pirámide de Camis-Het, dijo Trymon.
Iba preparado: se sacó un plátano del bolsillo.
El bibliotecario lo miró con tristeza y saltó al suelo. Trymon encontró una mano suave en la suya, y el hombre le guió entre las estanterías. Era como sostener un guantecito de piel. A su alrededor; los libros se estremecían y chisporroteaban con ocasionales descargas de rayos mágicos dirigidas contra los parahechizos cuidadosamente clavados a las estanterías. Había un olor tenue, azulado, y en el mismísimo umbral auditivo se sentía el horrible chisporroteo de las criaturas de las mazmorras. Al igual que otras muchas partes de la Universidad Invisible, la biblioteca ocupaba mucho más espacio del que daban a entender sus dimensiones exteriores, porque la magia distorsiona el espacio de una manera muy extraña. Debía de ser la única biblioteca del universo con estantes Moebius. Pero el catálogo mental del bibliotecario funcionaba de maravilla. Se detuvo junto a una imponente torre de libros polvorientos y saltó. Se oyó el ruido de papeles que crujían y una nube de polvo descendió hacia Trymon. El bibliotecario volvió con un delgado volumen en las manos.
— Oook, dijo.
Trymon lo cogió rápidamente.
La cubierta estaba manoseada y con las puntas dobladas, el oro de las inscripciones había desaparecido hacía tiempo, pero consiguió leer; en la lengua mágica del Valle Camis-Het, las palabras: Hystorya dely Gran Templyo de Camys-Heyt. Leyyenda y Realidad.
— ¿Oook? inquirió el bibliotecario con ansiedad.
Trymon pasó las páginas cuidadosamente. No se le daban muy bien los idiomas, siempre los había considerado cosas muy poco eficaces que deberían ser reemplazadas por algún tipo de código numérico fácilmente comprensible, pero aquello parecía ser exactamente lo que estaba buscando. Tenía páginas enteras llenas de jeroglíficos preñados de significado.
— ¿Es el único libro que tienes sobre la pirámide de Camis-Het? preguntó con lentitud.
— Oook.
— ¿Estás seguro?
— Oook.
Trymon prestó atención. A lo lejos se oía el ruido de pisadas aproximándose y voces discutiendo. Pero también estaba preparado para eso.
Se metió la mano en el bolsillo.
— ¿Quieres otro plátano? preguntó.
El Archicanciller se dirigió a su despacho. Rincewind le anunció que John Divney, el joven mago que venía a salvarlos le estaba esperando allí.

हर्री पोट्टर य एल लिब्रो देल तिएम्पो पेर्दिदो कैप २८ cont

Voldemort agitó su varita, susurró algo en voz baja y unos rayos redondos negros slieron en dirección a Harry, quien, rodando por el suelo, consiguió evitar que lo alcanzasen. Una vitrina de acero en la cual había unos tomos muy grandes quedó hecha añicos y allí donde estaba, se abrió un boquete muy grande en el suelo.
-- ¡ Expeliarmus ! gritó Harry
Voldemort y su varita salieron desdedidos varios metros, lo que le dio a Harry unos metros de ventaja para tratar de huir. Pero Voldemort aún se reservaba más ases en la manga. La condesa lanzaba unas bolas azules de energía contra el malvado brujo, quien las repelía muy fácilmente y no mostraba interés más que en él. A un gesto suyo con la varita, el suelo se llenó de enormes piedras llameantes y la sala empezó a rotar hacia la derecha, lo cual lanzó a Harry contra la estatua en la cual se encontraba el aletiómetro, que, por fortuna, no se rompió. Sin embargo, Harry quedó inconsciente del golpe recibido lo cual aprovechó Voldemort para acercarse lentamente a él, con expresión victoriosa. Se encontraba ya a escasos metros cuando empezó a pronunciar la letal maldición asesina:
-- Esto es lo que les pasa a los que me desafían… ¡ avada keda..
-- ¡ Yalus mextus ! de la varita de la condesa salió un enorme rayo rojizo que impactó con el pivote central de la sala, lo cual hizo que todo el edificio empezase a venirse abajo. Un pedazo del techo cayó entre Voldemort y Harry, y recibió la maldición asesina de Voldemort, saltando por los aires, lo cual generó un enorme estruendo que despertó a Harry, que viendo la situación corrió hacia la salida, seguido por la condesa y una vez fuera se desaparecieron rápidamente. Voldemort quedó aislado, maldiciendo su, según él, mala suerte.
Cuando por fin pudo hacerse un hueco y salir de la sala, evitando las piedras que se desprendían del techo, vio que sus dos combatientes habían desaparecido. El aletiómetro se había perdido sin duda por una buena temporada pues la sala en la que se encontraba se encontraba completamente cubierta de piedras por doquier. Voldemort tuvo que aceptar por ahora su derrota y esperando sin duda vengarse en un futuro que esperaba que fuese muy cercano.
Trabajo 7º Mercadeo en el Mundo-Disco
Cuando Harry se enteró que su siguiente trabajo sería en el Mundodisco, puso mala cara. ¿ Por qué yo ? ¿ No hay otra cosa más urgente por hacer ? y es que, en el lejano Mundo Mágico del Mundodisco, las cosas no son sencillas. Para empezar, la configuración del propio Mundodisco en sí misma, ya era rara.
¿ Y es que… cómo no iba a ser raro un Mundo sostenido por las espaldas de cuatro elefantes encaramados en lo alto de la concha de una tortuga gigante ?. Es lo más disparatado que he oido nunca, era lo primero que pensó cuando escuchó hablar del mismo por primera vez tantos años atrás en la asignatura de Historia de la Magia en Hogwarts. La gente normal ve muy extraño que exista una tortuga de quince mil kilómetros de largo y un elefante de más de tres mil kilómetros de alto, lo cual puede demostrar que el cerebro humano está mal adaptado para pensar, y que probablemente su función original era refrescar la sangre.
Para él, el simple tamaño es algo asombroso. No hay nada de asombroso en el tamaño. Las tortugas son asombrosas, y los elefantes bastante sorprendentes. Pero si se piensa detenidamente, el hecho de que exista una tortuga gigante es bastante menos asombroso que el hecho de que exista una tortuga en cualquier parte. La causa de esta aventura fue una mezcla de varios hechos. Como el deseo de la humanidad de hacer cosas prohibidas por el mero hecho de que estén prohibidas. Y su deseo de encontrar nuevos horizontes y matar a la gente que reside tras ellos. Y los gremios misteriosos. Y el quidditch. Y, sobre todo, el conocimiento de que un día, pronto, todo se acabará.
“Ah. Bueno, la vida continúa”, dice la gente cuando alguien muere. Pero desde el punto de vista de la persona que acaba de morir, eso no es así. Es el universo lo que continúa. Tal como el difunto logra entender, en realidad todo está mezclado, por enfermedad o por accidente o, en su caso, debido al quidditch. Porque esto ha de ser así es una de esas peguntas sin respuesta de la vida, ante las cuales la gente o empieza a rezar... o se pone muy, muy furiosa. El comienzo de la aventura tuvo lugar hace unos diez mil años, en una noche indomable y tormentosa, cuando un joven mago llamado Grendel llegó a un primitivo pueblo del Mundodisco con el firme propósito de crear un gremio de artesanos.
El final de la historia nos lleva a la actualidad, y empezó cuando Harry decidió partir a resolver un misterioso caso de obras de arte robadas en el Mundodisco. Así pues, se adentró en este Mundo hasta llegar a la antigua y moderna ciudad de Ankh-Morpork, donde la gente dice que se puede comprar y vender cualquier cosa (y si no tenían lo que buscabas, lo podían robar para ti). Algunos de ellos incluso lo podían soñar... La criatura que buscaba un edificio en particular ahí abajo era un Gólem y, para los estándares del Mundodisco, no era particularmente raro. Era, eso sí, inútil. Se había pasado toda su vida en una serie de estúpidos viajes entre el Borde y el Eje cargando cajas para su antiguo dueño, y ¿qué razón había para ello? Aparentemente ninguna aparte de la mera servidumbre. Sus ojos se fijaban en aquellos lugares en los que, por razones totalmente más allá de su comprensión, se podían encontrar cables.
El hombre con el que tenía que contactar Harry era Grendel MDLVIII, el actual Jefe del Gremio de artesanos de la ciudad.
Dicen que volar ha sido siempre uno de los mayores sueños de la Humanidad. De hecho es una mera reminiscencia de los antecesores del Hombre, cuyo mayor sueño era descender de los árboles. De cualquier forma, otro de los grandes sueños de la Humanidad ha sido, por ejemplo, ser perseguido por enormes botas con dientes. Y nadie dice que ese tenga sentido.
En este preciso momento, Lord Vetinari, el Patricio y antiguo assassin, de Ankh Morpork se encontraba de pie en el recibidor principal de la Universidad Invisible y estaba impresionado. Los magos, una vez han entendido la urgencia de un problema, almorzado y discutido sobre el puding, pueden realmente trabajar bastante rápido. Su método para encontrar una solución era, por lo que pudo ver el Patricio, el bullicio creativo. Si la pregunta era: “¿Cuál es el mejor hechizo para convertir un libro de poesía en una rana?”, entonces la única cosa que no harían sería mirar en algún libro que tuviera un título del tipo: “Principales Hechizos Amfíbicos en un Medio Literario: una Contraposición”.
Eso sería, de alguna forma, hacer trampa. En vez de eso se pasarán el rato discutiendo el asunto, reunidos alrededor de una pizarra, pasándose la tiza de uno a otro y escribiendo sobre lo que el anterior poseedor de la tiza estaba escribiendo antes de que este hubiera terminado la segunda parte de su frase. De alguna forma, pero, parecía que la cosa funcionaba. Ahora algo
se elevaba en el centro del vestíbulo. Al Patricio, que había sido educado en las artes, le parecía una gran lupa rodeada de basura.
—Técnicamente, mi señor, con un omniscopio se puede mirar en cualquier sitio, dijo el archicanciller Ridcully, que técnicamente era el líder de Toda la Magia Conocida en el Mundodisco.
—¿De verdad? Es admirable.
—En cualquier sitio y en cualquier época, continuó Ridcully, como si él no estuviera impresionado.
—Qué extremadamente útil.
—Sí, todo el mundo lo dice —dijo Ridcully, pateando el suelo con rabia. El problema es que, dado que esa maldita cosa puede mirar en cualquier sitio, es prácticamente imposible conseguir que mire en un sitio. Al menos en un sitio que valga la pena de mirar. Y le sorprendería saber la cantidad de sitios que hay en el universo. Y de tiempos también.
—La una y veinte, por ejemplo, dijo el Patricio.
—Entre otras, de hecho. ¿Le importaría echar una mirada, mi señor?
Lord Vetinari avanzó cuidadosamente y miró con los ojos entornados a través del gran cristal redondeado. Frunció el cejo.
—Sólo puedo ver lo que hay al otro lado, dijo.
—Eso es porque está sintonizado a aquí y ahora, señor, dijo un joven mago que aun estaba ajustando el aparato.
—Oh, ya veo —dijo el Patricio. De hecho, nosotros también tenemos cosas de estas en el palacio. Las llamamos ven—ta—nas.
—Bueno, pero si hago esto —dijo el mago, e hizo algo al borde del cristal, permite ver en el otro sentido.
Lord Vetinari miró su propia cara.
—Y a esto lo llamamos es—pe—jo, dijo, como si se lo explicara a un niño.
—Creo que no, señor, dijo el mago—. Uno tarda un tiempo en darse cuenta de lo que está viendo. Ayuda si te sostienes la mano...
Lord Vetinari le echo una mirada severa, pero probó a hacer un ademán.
—Oh. Qué curioso. ¿Cuál es su nombre, joven?
—Ponder Stibbons, señor. El nuevo Catedrático de Magia Aplicada Inapropiadamente. Verá señor, lo difícil no es construir un omniscopio porque, después de todo, no es más que el desarrollo de la pasada de moda bola de cristal. Lo difícil es conseguir ver lo que quieres. Es como afinar un instrumento de cuerda y si...
—Perdón, ¿has dicho Magia Aplicada qué más?
—Inapropiadamente, señor —dijo Ponder suavemente, como si esperara que podía evitar el problema si lo atravesaba directamente. De cualquier forma... Creo que podemos sintonizar el sitio correcto, señor. El consumo de poder es considerable: quizás tengamos que sacrificar otro jerbo.
Los magos empezaron a reunirse alrededor del aparato.
—¿Puedes ver el futuro? —preguntó Lord Vetinari
—Teóricamente sí, señor, dijo Ponder—. Pero eso seria muy... bueno, muy inapropiado, ya sabe, porque los primeros estudios indican que el hecho de observar puede colapsar la onda del espacio tiempo.
Ni un solo músculo de la cara del Patricio se movió.
—Discúlpame, pero estoy un poco perdido con el personal de la Universidad. ¿Eres tú el que se ha de tomar las pastillas de rana deshidratada?
—No, señor. Ese es el Tesorero, señor, dijo Ponder. Se las ha de tomar porque está loco, señor.
—Ah —dijo Lord Verinari y ahora sí que tenía una expresión en su cara. Era la del hombre que se está conteniendo con todas sus fuerzas para no decir lo que piensa.
—Lo que el señor Stibbons quiere decir, señor, dijo el Archicanciller, es que hay millones y millones de futuros que... eh... tienen una cierta existencia, ¿me sigue? Todos son... las formas posibles que puede adoptar el futuro. Pero parece que el primero que miras se convierte en el futuro. Y podría ser uno que no deseara que le ocurriera eso. Parece que se debe todo al Principio de Incertidumbre.
—¿Que viene a decir que...?
—No estoy seguro. El señor Stibbons es quien conoce este tema.
Un orangután pasó sin prisa, cargando una enorme conjunto de libros debajo de cada brazo. Lord Vetinari miró los tubos que salían del omniscopio y serpenteaban a través de la puerta abierta, por encima del césped hacia... ¿cómo se llamaba? ¿El Edificio de Alta Energía Mágica?
Recordó los viejos tiempos, cuando los magos eran flacos y huesudos y llenos de astucia. No hubieran permitido que existiera algo como un Principio de Incertidumbre ni siquiera por un instante. Si no tenía una completa certidumbre sobre algo, dirían, ¿qué estabas haciendo mal? Aquello de lo que guardabas cierta incertidumbre te podía matar.
El omniscopio brilló y mostró un campo nevado, con montañas negras al fondo. El mago llamado Ponder Stibbons parecía estar muy satisfecho.
—Creí que me había explicado que lo podría encontrar con esa cosa, dijo Vetinari al Archicanciller.
Ponder Stibbons miró hacia arriba.
—¿Tenemos algo que le haya pertenecido? ¿Alguna cosa personal que haya dejado abandonada? —preguntó. Lo podríamos poner en el resonador mórfico, conectarlo al omniscopio y lo localizará con mucha precisión.
—¿Qué le ha ocurrido a todo eso de los círculos mágicos y las velas? preguntó Lord Vetinari.
—Oh, los guardamos para cuando no tenemos prisa, señor, dijo Ponder.
—Cohen el Bárbaro no tiene fama de ir dejando cosas abandonadas, me temo, dijo el Patricio. Cadáveres quizás sí. Todo lo que sabemos es que se dirige a Cori Celesti.
—¿La montaña en el Eje del mundo, señor? ¿Por qué?
—Esperaba que usted me lo dijera, señor Stibbons. Esa es la razón por la cual estoy aquí.
El Bibliotecario pasó de nuevo, con otro conjunto de libros. Otra respuesta típica de las magos, cuando se enfrentaban a situaciones nuevas y únicas, era mirar en sus bibliotecas para ver si ya había ocurrido antes. Esto indicaba, como reflexionó Lord Vetinari, un instinto de supervivencia. Significaba que cuando había peligro tú te pasabas el día sentado en silencio en un edificio de paredes bien gruesas. Miró otra vez el pedazo de papel que sostenía en su mano. ¿Por qué la gente era tan estúpida? Se fijó en una frase: “Dice que el último héroe tiene que devolver lo que el primer héroe robó”.
Y, por supuesto, todo el mundo sabía lo que robó el primer héroe. Los dioses juegan partidas con los destinos de los hombres. Partidas no demasiado complejas, evidentemente, porque los dioses no tienen mucha paciencia. Hacer trampas es un práctica admitida por las reglas. Y los dioses juegan en serio. Perder todos los creyentes es, para un dios, el fin. Pero un creyente que sobrevive al juego gana honor y mayor fe. Aquel que gana el juego con más creyentes, vive. Los creyentes también pueden ser otros dioses, por supuesto. Los dioses creen en la fe. Siempre hay demasiadas partidas en marcha en Dunmanifestin, la residencia de los dioses en Cori Celesti. Desde fuera parecía una gran ciudad. No todos los dioses vivían allí, ya que muchos de ellos estaban unidos a un país en particular o, en el caso de los dioses menores, incluso a un árbol. Pero era una Buena Dirección. Era donde dejabas tu equivalente metafísico a una brillante plaquita de bronce, como esas pequeños y discretos edificios en las zonas más elegantes de las grandes ciudades que aun con eso parecen albergar ciento cincuenta abogados y contables, presumiblemente arrinconados en algún lugar.
La apariencia entrañablemente familiar a una ciudad era debido a que, dado que la gente está influenciada por los dioses, los dioses están influenciados por la gente. La mayoría de las dioses eran antropomórficos. La gente no tiene mucha imaginación en general. Incluso Offler el Dios Cocodrilo, sólo tenía de cocodrilo la cabeza.
Pídele a la gente que imagine un dios animal y te encontrarás básicamente con alguien con una mascara horrorosa. Los hombres han sido siempre mucho mejores en el asunto de inventar demonios, razón por la cual hay muchos más de estos últimos. Por encima del círculo del mundo, los dioses continúan jugando. Algunas veces se olvidan de lo que ocurre si dejas que un peón llegue al final del tablero. Para recapitular, damas y caballeros, dijo, mientras el bullicio se extinguía, de acuerdo con las autoridades de Hunghung, la capital del Imperio Ágata, el Emperador Ghengis Cohen, anteriormente conocido en el mundo como Cohen el Bárbaro, se encuentra en camino hacia la residencia de los dioses con un aparato de considerable poder destructivo y la intención, por lo que parece, de, citando sus propias palabras, “devolver lo que fue robado”. Y, en resumen, nos piden que lo paremos.
—¿Por qué nosotros? dijo el Señor Boggis, Presiente del Gremio de Ladrones. ¡No es nuestro Emperador!
—Creo que el gobierno de Ágata cree que somos capades de hacer cualquier cosa, dijo Lord Vetinari. Tenemos energía, entusiasmo, vigor y una actitud de ‘vamos allá, podemos hacerlo’. Aunque coincido con usted. No nos incumbe. En realidad hay otro asunto más inquietante: Los continuados robos de obras de arte en la ciudad. Señor Boggis, ¿ sabe algo al respecto ?
— Le aseguro que nadie de los adscritos a nuestro gremio es responsable de los mismos, señor.
Lord Vetinari se encogió de hombros.
—Esto es inadmisible, señor Boggis. Le haré a usted responsable de los mismos en tanto no encuentre al verdadero responsable.
—Pero, señor… ¡ no es justo !
—Bueno, debemos de dar ejemplo, dijo Lord Vetinari sonriendo. De momento, vamos a avanzar. ¿Nos puede ayudar la magia, archicanciller?
—Es probable, aunque ahora mismo no me viene nada a la cabeza señor Vetinari.
—¿Por qué no?
—Por la misma razón que no puedes navegar en una barca en medio de un huracán.
Simplemente hay demasiada magia. Sobrecarga cualquier cosa mágica. Una alfombra voladora se destejería en medio del aire.
-- O se convertiría en brócoli, dijo el Decano. O en un librito de poesía.
-- Dejemos de decir chorradas y hablemos con seriedad, señores. Esto es grave. Estableceremos una recompensa de 1500 galeones del erario público a quien descubra a los responsables de los hurtos.
Harry se dispuso a visitar la Universidad Invisible de Magia, ya que el gran Archicanciller era con quien debía reunirse para recibir el encargo oficial de su nuevo trabajo. En un mercadillo de la ciudad compró unos libros del comercio local, para ponerse al tanto de lo que ocurría en la ciudad y de cómo se desarrollaba el que era actualmente el comercio más prospero del Mundodisco, el llevado a cabo por la exitosa sociedad comerciante Ferengi del cual tanto había oido hablar.
“Los Ferengi son una raza de otro Mundo Mágico, nadie sabe cual exactamente, aunque se rumorea que su nombre es Ferenginar, el cual tiene un ambiente muy húmedo, el cual está regido por el gran gobernador supremo, el Grand Nagus. Su cultura y psicología se caracteriza por una obsesión capitalista hacia el comercio y los beneficios. También son populares por su misoginia, de forma que sus mujeres tienen prohibido realizar cualquier tipo de transacción económica, e ir vestidas en público. Como la mayor parte de su cultura, su religión está basada en el capitalismo. Las reglas de Adquisición Ferengi son las 285 leyes primordiales de comercio, para ellos una filosofía de vida, o religión a seguir”.

No se conocen mas que algunas de las reglas Ferengi, tal como las siguientes:

viernes, 27 de noviembre de 2009

Harry Potter y el libro del tiempo perdido (cap 28. Cont)

Harry se puso su capa de invisibilidad para esquivar a los mortífagos de Voldemort y se adentró en los interiores de la vieja iglesia. Una vez dentro se quitó la capa y avanzó lentamente por los viejos pasadizos de la misma. En el extremo opuesto de uno de los corredores se encontró con unos sirvientes de la condesa. Parecían estar esperándolo.

-- ¿ John Divney, verdad ?

-- El mismo, respondió Harry haciendo una breve reverencia a modo de saludo. Yo lideraré desde ahora la búsqueda caballeros. ¿ Y vosotros sois...?

-- Somos William, Cedric y Paul. Nuestra señora nos avisó de su llegada. Hasta ahora hemos revisado las galerías Norte, Noreste, Noroeste,la Sur, la Sureste, la Suroeste,la Este y la Central. Nos queda comprobar únicamente la Oeste y dos salas que se cerraron en los años 30 por humedades. Suponemos que el artefacto se encuentra en uno de estos 3 sitios.

-- ¿ Algún encuentro con los mortífagos o con los seguidores de Majestic o de la Colonia ?

-- Tuvimos un pequeño altercado con unos seguidores de la Colonia hace 1 hora. Matamos a 3 de ellos. Uno de nuestros hombres fue gravemente herido. Desde entonces no hemos vuelto a ver a nadie.

-- Sin duda alguna volverán a intentarlo. De hecho, me extraña mucho que no nos estén observando en este preciso momento. Hay que doblar la guardia.

Se dispusieron las medidas oportunas de vigilancia y a continuación, Harry y los seguidores de la condesa se dispusieron a examinar las galerías que faltaban por explorar.
Una hora más tarde, en uno de los libros de la galería, Harry encontró una misteriosa nota en uno de los libros.

-- Si hasta aquí has llegado, el objeto de tu búsqueda está más cerca de lo que crees. Suma 2 y dos y en el centro lo encontrarás.

-- ¿ En el centro ? se dijo Harry. ¿ A qué centro se referirá ? ¿ el centro de la sala ? ¿ el centro de qué ? dos y dos son 4...

-- ¡ Esto no tiene ningún sentido ! gritó Cedric, bastante malhumorado.

-- Tiene que ser alguna argucia ingeniosa.... estoy convencido de que tenemos el ale..

Harry fue interrumpido por un fuerte estruendo cercano. Dos mortífagos estaban atacando a unos magos de Majestic, quienes a duras penas contenían el ataque.

-- ¡ En menudo momento ! gritó Harry, sacando su varita rápidamente y lanzando dos hechizos que mandaron 2 rayos de color azul hacia los mortífagos, que fueron repelidos por una especie de escudo mágico azulado, empleado por Mulciber.

-- Otra vez ese Divney. ¡ No eres más que el asqueroso perrito de la condesa ! le espetó Callahan, el otro mortífago.

-- ¡ Yo no soy el perrito de nadie ! gritó Harry malhumorado. La condesa es mi amiga y aliada y no permitiremos que lo cojáis. Volved con vuestro inmundo amo, Voldemort.

-- ¡ Te atreves a pronunciar su nombre ! ¡ Qué herejía ! Callahan lanzó una maldición asesina en dirección a Harry, que a duras penas pudo saltar y así esquivar el diabólico rayo asesino, cayendo tras una estantería, la cual estayó por los aires al ser alcanzada por la maldición.
Harry usó un hechizo levitatorio para mover uno de los palos que se usan en las bibliotecas para alcanzar los libros que están a una gran altura, moviendo así varios libros que se encontraban detrás de una de las estanterías delante de la cual estaban los mortífagos, desestabilizando así el resto de los libros que se encontraban sobre la estantería, con lo que una cantidad muy grande de libros cayó sobre los mortífagos, los cuales perdieron el conocimiento.
A continuación, Harry se puso a pensar rápidamente en el misterioso enigma. Miró detenidamente un mapa de la iglesia, en el cual situó las galerías. De repente, la solución apareció justo delante de sus ojos.

-- Eso es, quedan 3 salas, la 4ª está en el centro del área imaginaria imaginaria que une las mismas.

Harry salió corriendo en dirección al jardín interior de la biblioteca, pues ése era el lugar que indicaba el mapa. En el centro del jardín había una estatua que representaba a Rambaldi. El artefacto debía estar en el interior de la misma. Cuando Harry se encontraba a escasos metros de la misma, escuchó una voz detrás suyo.

-- Al fin nos encontramos tras tanto tiempo estropeando mis planes. Pero esta vez casi hasta me alegro aún más, porque me has hecho un buen trabajo John. Has hecho el trabajo tú solito. Ahora, entrégame el aletiómetro.

Harry se dio la vuelta. Su peor enemigo se encontraba una vez más frente a él. El malvado mago que asesinó a sus padres y al que el había matado hace tantos años. El malvado Lord Voldemort. En la otra entrada del jardín aparecó a su vez la condesa Lucilla.

-- ¡ Jamás !

-- Como les dije el mes pasado a un grupo de mord sith, esto lo podemos hacer por las buenas o por las malas. Y no te conviene que sea por las malas. ¡ Dáme el libro, John !

-- Harry se estremeció al oirlo. ¿ Unas mord sith ? creía que su orden se había extinguido.

-- Aún queda alguna por ahí. Créedme, también acabaré con todas ellas pronto.

-- ¡ No le entregues el artefacto John ! , gritó la condesa

-- Dichosa condesa... ¿ dónde te has dejado a tus queridos siervos ? ¿ acaso no les gusta ya el sabor de la sangre ? porque os garantizo que aquí va a haber mucha, rugió Voldemort.

martes, 29 de septiembre de 2009

Harry Potter y el libro del tiempo perdido (cap 28. Cont)

Sally recibió una llamada. Al parecer, Gary se encontraba en un hospital cercano, y quería verla. Muy alarmada, se dirigió hacia allí, pero al llegar se quedó atónita al ver a un hombre mayor, que afirmaba ser Gary. Me estoy volviendo loca, se dijo.Gary se encontraba medio dormido cuando ella llegó.

-- ¿ Gary ? soy yo, Sally

Pasados unos segundos, Gary abrió los ojos

-- Estaba lloviendo cuando nos conocimos

--- Es la misma lluvia, dijo Sally

Las lágrimas le corrían por los ojos

--- ¿ Qué te ha pasado ?
Gary no respondió inmediatamente, parecía meditabundo. Lentamente le acercó una fotografía en la que se veía a un Gary un poco mayor de lo que ella recordaba junto a una joven vestida de novia.

--- ¿ Qué fue, tu mujer ?

--- También se llamaba Sally, me recordaba a ti
--- Sally Shipton, dijo Sally riéndose
--- Sally Shipton. Nos habría ido bien a ti y a mi Sally, dijo Gary cogiéndola suavemente de la mano. He pensado mucho en venir a buscarte antes de esta noche, pero habrías creido que era un loco tratando de acosarte y el doctor me dijo que eso podría haber causado un agujero en el continuo espacio-tiempo que habría sido nefasto. Además, se me cayó el pelo hace unos años.
Sally se rió de nuevo.
-- Un agujero en el espacio-tiempo... de.. ¿ de dónde has sacado eso ?
-- Había un hombre en la época en que aparecí, me dio un mensaje para ti.
--- ¿ Qué hombre ?
-- Un mago. Se llamaba John Divney
--- ¿ Y cual era el mensaje ?
-- Sólo esto. Mira la lista
--- ¿ Eso es todo ? ¿ Mira la lista ?
-- Me dijo que a estas alturas ya deberías tenerla contigo. Una lista de 16 Dvd´s
Sally sacó de su bolsillo la lista de Dvd´s y la miró detenidamente. Tenía que haber algo allí que tuviese alguna relación con lo que estaba pasando, pero ¿ qué ?
--- No seguí siendo policía entonces, ¿ sabes ? estudié publicidad y luego empecé a trabajar en edición de vídeos, y después Dvd´s, por supuesto.
-- ¿ Tú pusiste el huevo de Pascua ?
A Gary se le escapó una fuerte carcajada.
-- ¿ Ya has averiguado que tienen en común los 16 Dvd´s ?
-- No, respondió Sally. Aún no
--- Supongo que esto es duro para ti
-- ¿ Cómo puedo John Divney saber que yo tendría una lista ? Acabo de conseguirla
--- Le pregunté cómo pero me dijo que no podía contármelo. Dijo que lo entenderías algún día pero que yo nunca podría.
-- Te prometo que en cuanto lo averigüe vendré rápidamente a contártelo
-- Lo siento, chica guapa, no podrás hacerlo. Sólo tengo esta noche. Me contó hace muchos años que sólo volveríamos a vernos el día de mi muerte.
-- ¡ Oh, Gary !
--- Eso me mantuvo vivo, soy un hombre viejo y enfermo, pero tenía algo por lo que esperar
--- Ay... la vida es larga y tú estás muy buena
Sally se volvió a reir, aunque esta vez era de pena.
--- Mira mis manos Sally, dijo Gary poniendo sus manos encima de las suyas. Son las manos de un viejo. ¿ Por qué nos está pasando esto ?
--- Me quedaré contigo esta noche, ¿ de acuerdo ? dijo Sally conteniendo a duras penas las lágrimas que cubrían el rostro.
--- Gracias, Sally Sparrow. Tengo hasta que la lluvia pare.
Una hora después Gary exhaló su último aliento. Sally pegó un puñetazo a la pared de la habitación, completamente desolada.
--- Por qué, por qué me pasa a mi esto ?
Media hora después, mientras se limpiaba las lágrimas del rostro, reclinada en una silla al lado de la cama de Gary, le echó un nuevo vistazo a la lista. Entonces, comprendió todo.
-- ¡ Dios mío ! Tengo que ir a ver a William, se dijo
Lentamente se acercó al cuerpo ya inerte de Gary y se dio un beso de despedida en la frente antes de marcharse. Una vez que se encontró en la calle marcó el teléfono del móvil de William.
--- ¡ Cielos Santo, Sally ! ¿ Dónde estás ?
-- Son míos
-- Los Dvd´s de la lista. Lo que tienen en común soy yo. Son todos los Dvd´s que tengo. El Huevo de Pascua iba dirigido a mi
--- ¿ Sólo tienes 16 Dvd´s ?
-- Escúchame, ¿ tienes un Dvd portátil ?
-- Por supuesto, ¿ por qué ?
-- Quiero que te reunas conmigo
-- ¡ Sally, son las 4 de la mañana !
--- Ven a Hampden Tours
-- Pero oye... ¡ Sally !... ¡ Me ha colgado !
Media hora más tarde Gary llegó a la vieja mansión de Hampden Tours. Sally le abrió la puerta.
-- Por Dios, Sally, vives en la mansión encantada de Scooby Doo
-- Por el amor de Dios, ¡yo no vivo aquí!
Gary estuvo examinando los Dvd´s hasta que pareció que dio con uno que se veia mejor que el resto.
-- Veamos de qué va todo esto, entonces.
Gary le dio al play y ambos vieron cómo apareció una habitación ante ellos en la que el chico joven con gafas que Sally había visto otras veces se sentó en una silla mirándoles fijamente.
-- Ahí está, dijo Gary
-- Es Divney, dijo Sally
-- ¿ Qué Divney ?
-- John Divney, ése es
-- Sí, ese soy yo, dijo el joven del vídeo
-- Vale, eso da miedo, dijo Sally
-- No, parece que contesta, pero siempre dice eso
-- Sí, contesto, dijo Harry
-- Y eso, dijo Gary
-- Sí, y eso dijo Harry nuevamente
-- Él puede oirnos, dijo Sally. ¡ Oh, Dios mío! puede oirnos
-- Por supuesto que no puede oirnos, dijo Gary. Mira, tengo aquí una transcripción de todo lo que dice.
Gary le acercó un cuadernillo a Sally. Parecía una especie de guión escrito a mano.
--- Sí, soy yo. Sí, contesto. Lo siguiente que va a decir es...
--- ¿ Lo vas a leer todo ? dijeron a la vez Gary y Harry
-- Lo siento, dijo Gary
-- ¿ Quién eres, John ? le preguntó Sally al John de la pantalla
-- Soy un mago. Estudié en una escuela inglesa llamada Hogwarts. Actualmente estoy atrapado en el tiempo en 1969.
Sí, estamos atrapados Sally, dijo Gary, apareciendo entonces al lado de John en el vídeo. ¿ Ves ? el mago me prometió que tú nos sacarías de esta es un pispás. Ahora tengo trabajo temporal en una tienda de vídeos, para mantenerle.
-- ¡ Gary, calla, dijo John !
-- Lo siento
-- Esta parte la he visto antes, dijo Sally
-- Es posible, dijo John
-- ¿ 1969, desde ahí estás hablando ?
-- Eso me temo
-- Pero me estás respondiendo, no puedes saber exactamente qué voy a decir a cuándo voy a hacerlo, 40 años antes de que lo diga
-- 38
-- Espera, Sally, voy a escribir esto dijo Gary cogiendo un bolígrafo y un cuaderno. Voy a escribir tus trozos
-- ¿ Cómo, cómo es posible ? ¡ Dime !
-- No tan rápido, dijo William
-- La gente no entiende el tiempo. No es lo que crees que es
-- ¿ Entonces, qué es ?
-- Es complicado
-- Cuéntamelo
-- My complicado
-- Soy inteligente y estoy escuchando. Y no esas condescendiente ni paternalista conmigo porque ha muerto gente y estoy muy muy enfadada. Dímelo
-- La gente asume que el tiempo es una progresión estricata de causa y efecto, pero de hecho, desde un punto de vista no lineal y no subjetivo es más como una gran bola de materia temporal temblequeante.
-- Sí, he visto esta parte antes, decías que esa frase te la inventaste
-- Me la he inventado, sí
-- Lo siguiente que vas a decir es, bueno, puedo oirte
-- Bueno, puedo oirte, dijo Harry
-- Esto no es posible, dijo Sally, desesperada
-- No, ¡es brillante!, simplemente brillante, dijo William
-- Bueno, no puedo oirte exactamente, pero sé todo lo que vas a decir, dijo Harry
-- ¿ Cómo puedes saber lo que voy a decir ?
-- Mira a tu izquierda
-- ¿ Qué quieres decir con mira a tu izquerda ?
-- He escrito un montón sobre eso en los foros. Creo que es una declaración política, dijo Willian
-- Se refiere a ti, ¿ qué escribes ?
-- Escribo tus parte, para así tener una transcripción completa de toda la conversación. Espera a que llegue a Internet, esto hará explotar todos los foros.
-- Tengo una copia de toda la transcripción, está en mi teleprompter, dijo John
-- ¿ Cómo puedes tener una copia de la transcripción ? Aún se está escribiendo
-- Ya te lo he dicho. La conseguí en el futuro
-- Vale, déjame que entienda esto. ¿ Tú estas leyendo en voz alta la conversación que estás teniendo ? ¿ y si decido decir otra cosa ? ¿ y si... ?
-- Temporal y temblequeante...
-- Qué más da, dijo Sally, resignada. ¿ Puedes hacer una copia a ordenador de la conversación William ?
-- Claro, pero... ¿ para qué ?
-- Lo importante es que podemos comunicarnos, dijo John. Tenemos en realidad problemas mayores que éste. ¿ Han cogido la varita, verdad ? ¿ Los ángeles tienen la varita ?
-- Los ángeles tienen la varita, esa es mi frase favorita, dijo William. La tengo serigrafiada en una camiseta.
-- ¿Ángeles ? ¿ qué quieres decir con ángeles ? ¿ te refieres a esas estatuas ?
-- Son criaturas de otro Mundo
-- Simplemente son estatuas
-- Solamente cuando las estás mirando
-- ¿ Qué quiere decir eso ?
-- Los asesinos solitarios solían llamarlos hace mucho tiempo. Nadie sabe de dónde vienen, son tan viejos como el Universo y han sobrevivido tanto tiempo porque han desarrollado el sistema perfecto de defensa. Son un bloqueo cuántico, no existen cuando son observados. En el preciso instante que cualquier criatura viva los ve, se convierten en roca. No lo eligen, es un hecho de su biología.
Gary y Sally miraron a las ventanas de forma muy nerviosa. Tres estatuas estaban mirándoles apoyadas sobre la superficie.
-- A la vista de cualquier cosa viva se transforman literalmente en piedra. Y no se puede matar a una piedra. Claro que juna piedra tampoco puede matarte de por sí, pero... entonces te despistas y giras la cabeza... o pestañeas. Y sí, entonces sí pueden.
-- No le quites los ojos de la cabeza a esa cosa dijo Sally.
En la puerta del cuarto en el que se encontraban había una estatua con los ojos cubiertos con las manos.
-- No lloran, simplemente no pueden arriesgarse a mirarse entre ellos. Su mayor recurso es también su mayor maldición. Nunca pueden ser vistas, son las criaturas más solitarias del Universo.
Por el pasillo se escucharon unos ruidos como de pasos. Los ángeles de la ventana habían desaparecido.
-- Y lo siento, lo siento mucho, ahora depende de ti.
-- ¿ Qué se supone que he de hacer ?
-- La varita es mi varita mágica. Ahora bien, debería haber un giratiempos encantado pegado sobre su superficie. Es un objeto que permite viajar atrás en el tiempo. Lo reduje de tamaño y lo convertí en plástico. Debería de permitirte realizar un hechizo para traerme de vuelta. En la parte inferior de la varita hay un hueco en donde hay un pergamino con los hechizos y las instrucciones necesarias para que tengas éxito. Ahora dime Sally, ¿ crees en la magia ? porque si no, estamos perdidos. Si los ángeles se hacen con el giratiempos tendrán una fuente inagotable de energía que consumir para toda la eternidad, pero el daño que podrían causar podría apagar el mismo Sol. Tienes que impedirlo.
-- ¿Cómo?
-- Y eso es todo, me temo. No hay más en la transcripción, es lo último que tengo. No sé por qué dejaste de hablar pero puedo suponerlo, ya vienen. Los ángeles vivnen por ti, pero escucha, tu vida podría depender de esto. No pestañees, ni siquiera te gires, pestañea y estás muerta. Son muy rápidos, más de lo que crees, no les des la espalda, no apartes la mirada y no pestañees. Buena suerte.
El John de la pantalla se quedó callado.
-- ¡No!, ¡no puedes hacer esto!
Sally se lanzó contra la pantalla, en vano. la imagen se había quedado fija.
-- Lo rebobinaré, dijo William
-- ¿ De qué serviría eso? dijo Sally gritando
De repente se miraron uno a otro unos segundos.
-- No estás mirando a la estatua, dijo Sally
-- Tú tampoco, dijo William
Rápidamente miraron hacia la puerta. Dos estatuas con aspecto amenazante se encontraban a medio metro de ellos, lo cual les hizo dar un grito.
-- No dejes de mirarlas, dijo Sally mientras se dirigía hacia la puerta
-- Pero sólo están estas dos, ¿no? quiero decir, mientras las tengamos a la vista...
-- Hay otras dos, por lo menos, antes me ha parecido escuhar unos ruidos en el pasillo. Podrían haberse escondido en algún cuarto. Voy a buscar por ahí, no les quites el ojo de encima. No pestañees
-- ¿ Hay más ? ¿ ¿ Quién pestañea ? yo no, desde luego. ¡ Sally ! ¡ No me dejes solo !
-- Ahora vuelvo
-- ¿ Qué quieren ?
-- La varita, quieren la varita
-- ¡Pues dásela! Nos dejarán en paz, ¿no?
Sally comprobó todas las puertas y ventanas de la casa.
-- Nos se puede salir, ¡ Nos han encerrado !
-- ¿ Qué pasa si vienen por mi espalda ? ¡Tenemos que salir de aquí, Sally !
-- ¡ Aguanta !
-- ¡ Dios mío !
William pestañeó sin querer durante un segundo, cuando abrió los ojos, vio a uno de los ángeles con su brazo extendido hacia su mano, en actitud amenazadora.
--¡Sally, por favor, no puedo aguantar más así !
-- La puerta está cerrada, pero igual podemos escondernos en el sótano.
-- Está bien. ¡ Bajaré !
William bajó lentamente las escaleras. Los crujidos de la vieja madera de la mansión simplemente servían para aumentar aún si cabe la tensión del ambiente. Una vez que llegó al sótano vio que Sally estaba rodeada por otras dos estatuas , y cuando se giró levemente, se oyó un ruido detrás suyo que le obligó nuevamente a volverse hacia la puerta. Sally sacó el pequeño papelillo escondido en el hueco de la varita y empezó a leer las instrucciones que Harry le había escrito. Lentamente agitó la varita y dijo las palabras del primer hechizo en vano.
-- ¡ No funciona !
-- Tendrás que ponerle más empeño, dijo William
Después de intentarlo 5 veces más, una especie de reloj misterioso apareción ante ellos.
-- Trata de agrandarlo ahora y transfórmalo
Diez minutos después, y tras muchos esfuerzos, tenían ante ellos lo que John les había dicho que era un giratiempos.
-- ¿ Y ahora qué ?
-- Supongo que debo hacer lo que pone después
--- ¿ Y qué es lo que dice ?
William se fijó en que una de las estatuas parecía señalar hacia una de las lámparas del techo.
-- ¡ Oh, no, Sally ! ¡ ¿ por qué está apuntando a la lámpara ?
Muy pronto lo supieron. Las bombillas empezaron a parpadear y las estatuas empezaron a acercarse poco a poco a ellos, intentando rodearles. Los dos corrían a lo largo del cuarto intentando huir de las mismas.
-- ¿ Qué es lo que hay que hacer ? preguntó William
-- ¡ No consigo leerlo ! repondió ella gritando
Los dos corrieron hasta llegar a una esquina, y Sally pudo al fin leer lo que estaba escrito, lo cual la hizo fijar el giratiempos a la varita y lanzar los 2 obteos al centro de la sala lo que hizo que los ángeles se lanzasen hacia ellas. La habitación se quedóa oscuras durante unos instantes, se escharon unos fuertes chasquidos y luego el silencio más absoluto. La luz volvió a iluminar la estancia. Las estauas se estaban mirando entre sí, con lo cual se habían solidificado de forma permanenete.
-- ¡ Lo hizo ! ¡ John las engañó !
Los dos se abrazaron mutuamente llenos de una inmensa alegría. Unos días después William se despidió del videoclub y decidió abrir uno propio junto con Sally, la cual estaba muy entusiasmada con el proyecto. Ese mismo día, por la tarde, Sally decidió tomarse unos minutos libres para ir a comprar algo al supermercado. William la sorprendió con unos papeles en la mano.
-- ¿ Qué es eso ?
-- Nada
-- Déjame echarle un vistazo, dijo William quitándole las hojas de la mano
Se trataba de una fotografía de una de las estatuas
-- Tienes que dejarlo pasar. Ya se acabó, Sally
-- No se acabó. ¿ Cómo consiguió John la copia de la transcripción ¡ Dímelo !
Sally salió de la tienda y se dirigió al supermercado. Cuando estaba pasando por enfrente de una peluquería del barrió vio algo que la dejó atónita. Se trataba del propio John Divney en persona. Al parecer estaba haciendo preguntas a los viandantes y anotando las respuestas en un pequeño cuaderno que llevaba encima. Sally corrió hacia él.
-- ¡John ¡ ¡ John !
Harry se acercó a la misteriosa joven que le llamaba.
-- Vaya, realmente no sabes quién soy, ¿no?
-- Perdone, joven, la verdad es que no tengo ni idea. Si me perdonas, tengo mucha prisa, estoy investigando las recientes desapariciones del barrio.
-- ¡ oh, por amor de Dios ¡ eres un mago John, claro que no te acuerdas. El giratiempo… está todo más claro ahora. ¡ Siempre fui yo, lo supiste por mi !
-- ¿ Supe qué ?
-- Está bien, escucha. Dentro de poco te quedarás atrapado en 1969. Asegúrate de tener esto contigo, lo necesitarás.
Sally le entregó a Harry el cuaderno con la copia de la conversación
-- Lo siento, tengo que irme. Unas cuantas cosas por aquí, otra por ahí y.. puede que algún lagarto que otro.
-- Está bien, puedes irte. No hay problema
-- ¿ Cual era tu nombre otra vez ?
-- Sally Sparrow
-- Me alegro de conocerte Sally Sparrow
En ese momento, William llegó a donde se encontraban ellos y se quedó mirando fijamente a Harry, mudo del asombro. Sally le cogió de la mano.
-- Adios, John Divney. Que tengas mucha suerte
Sally y William se alejaron lentamente. Harry se quedó preguntándose qué le depararía el futuro después de este misterioso encuentro.
Unos días después, cuando acabó finalmente la tarea se dispuso a emprender su siguiente trabajo. Para ello se dirigió a otra zona que antiguamente también había estado rodeada de cierta polémica. Eastwick.
Trabajo 6º Eastwick y el aletiómetro

Harry sabía que el famoso aletiómetro del gran Rambaldi estaba escondido en las profundidades de la antigua iglesia de la ciudad. Los de Majestic 12, quienes formaban parte de los más siniestros seguidores de Rambaldi la habían escondido hace tiempo allí para mantenerlo a salvo de cualquiera tentado a usarlo para malos fines. Tanto las facciones del Pacto como de las de la Colonia habían estado tras el artefacto durante mucho tiempo. Ahora se había unido a ellas una tercera parte, el malvado joven Lord Voldemort, en los comienzos de su maldad. Él ló usaría para deshacerse de una vez por todas del Pacto, uno de sus últimos obstáculos para su ascenso al trono del mal.

Harry no podía permitir que esto ocurriera, bajo ningún motivo. Por eso mismo planeaba internarse en las profundidades de la iglesia al amparo de las sombras de la noche, cuando hubiese menos guardias del Pacto vigilando la iglesia. Así que se preparó un escondite mágico alrededor de la iglesia, dentro del cual montó un pequeño campamento de espionaje para poder vigilar los alrededores, por si acaso se presentaba algún imprevisto y se dispuso a esperar la llegada de la noche.

Muy cerca de allí, los siniestros caballeros de Walpurgis aguardaban también su momento.
-- Entonces, esta es la localización exacta del instrumento, ¿ no es así, Ludovic ?
-- Eso parecen creer en el Ministerio, mi señor
-- Espero por tu bien que tus actividades de espía en el Ministerio den finalmente su fruto
-- ¿ Cómo debemos proceder ?
-- Esperaremos a que llegue la noche para adentrarnos en la Iglesia. Puede haber guardias del Pacto a esta hora. Sería peligroso. Tú permanecerás a mi lado, mi querido Avery. Te necesito
-- Será todo un honor, mi señor
-- ¡ Mulciber ! Tú liderarás la incursión en la Iglesia. Lleva contido a Callahan, Svenson, Dolohov, Crabb y Goyle. No quiero fallos
-- No los habrá, mi señor
-- Eso espero. De lo contrario alguien deberá asumir la culpa, y desde luego, no seré yo.
Mulciber, de forma nerviosa, se llevó una mano al cuello. Parecía como si le faltase el aire.
-- No habrá fallos mi señor. Lo prometo.
-- Es curioso lo fácilmente que se hacen promesas o juramentos hoy día, dijo Voldemort. En fin, voy a reposar un rato en mi tienda. No quiero intromisiones.
Voldemort llevaba puesta una larga capa ceremonial de color negro, como si hubiese estado haciendo algún extraño ritual.

En esos momentos, en el interior de la iglesia y en sus alrededores, las patrullas del Pacto buscaban el artefacto. En una de las galerías, tres miembros del Pacto charlaban entre sí.
-- ¿ Dónde estará ese dichoso aparato, Cedric ? Llevamos dos días poniendo patas arriba todas las galerías de la iglesia y no hay ni rastro de él. Sin duda alguna, debe llevar adherido algún dispotitivo mágico o algún hechizo de ocultación. Fueron muy listos los de Majestic al esconderlo. ¿ Para qué lo querrá nuestra ama ?

-- No te atrevas a cuestionar las razones que pueda tener el ama, William. Nosotros tan sólo somos sus humildes siervos. Podría mandar a esas siniestras criaturas sobre nosotros tres y nadie volvería a saber nada de nosotros. Tan sólo somos peones para ella.

-- No te pongas en tan trágica situación Cedric, dijo el tercero de ellos, llamado Paul. Nosotros tan sólo debemos encontarlo. Lo que quiera que ella haga con el artefacto después no es de nuestra incumbencia. Por cierto, dentro de poco es nuestro turno en la guardia. Espero que tengamos una noche tranquila. No me siento seguro con esos seguidores de ese petulante Lord Voldemort merodeando por ahí.

-- ¿ Los caballeros de Walpurgis ?
-- Sí, esos fantoches de capas negras. ¿ Sabéis que intentaron matar a nuestra ama ? Por fortuna el ingenuo protector de nuestra señora acudió a su rescate. Parece que se han hecho buenos amigos, dijo William.
-- Ya he oido hablar de ese tal John Divney, salido de la nada. Algunos dicen que está infiltrado en Hogwarts. He oido que la condesa lo envió como su agente castigador para eliminar a unos miembros rebeldes se la asociación y que ahora realiza extrañas misiones para ella. Yo sin embargo creo que ella tan sólo le está manipulando para distraerle y que él no conozca nuestras acciones.
 
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